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Ezequiel 24:16 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 'Hijo de hombre, mira: voy a quitarte la que es el encanto de tus ojos; pero no te lamentes ni llores ni corran tus lágrimas.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 «Hijo de hombre, de un solo golpe te quitaré tu tesoro más querido; sin embargo, no debes expresar ningún dolor ante su muerte. No llores; que no haya lágrimas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Hijo de hombre, te retiraré de un golpe la alegría de tus ojos, pero tú no harás lamentaciones ni llorarás ( ).

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Hijo de hombre, he aquí Yo te quito de golpe el deleite de tus ojos. No endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

16 Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.

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Ezequiel 24:16
17 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

No lloréis por el muerto, ni tengáis pena por él. Llorad más bien por el que se va, porque no volverá más a ver el país en que nació.


Si no escucháis esto, llorará en secreto mi alma ante tal orgullo, se deshará en lágrimas; derramarán lágrimas mis ojos, porque es llevada cautiva la grey de Yahveh.


No queremos, hermanos, que ignoréis la suerte de los que ya murieron, para que no estéis tristes como están los demás, que no tienen esperanza.


Hablé al pueblo por la mañana, y por la tarde murió mi mujer. A la mañana siguiente hice como se me había mandado.


Sean tus pechos cual racimos de la vid, y el olor de tu aliento como el de manzanas; tu boca, como el vino más gustoso, que va directamente hacia el amado, fluyendo por los labios y los dientes.


Sade. Clama al Señor, gime, hija de Sión; derrama lágrimas a torrentes de día y de noche, no te concedas reposo, no descansen las pupilas de tus ojos.


Además Yahveh me dijo así: 'No entres en casa de duelo, no vayas a lamentarte ni a darles el pésame, porque he retirado mi paz de este pueblo -oráculo de Yahveh-, la piedad y la clemencia,


¡Sí! ¡Escuchad! De Sión se oye un lamento: ¡Ay! Cómo estamos oprimidos, se nos cae la cara de vergüenza; pues hemos tenido que abandonar el país, porque han derribado nuestras moradas.


¡Quién me diera en el desierto un albergue de caminantes! Abandonaría a mi pueblo, me marcharía de su lado, pues todos son adúlteros, una banda de traidores.


cierva preciosa, linda gacela. Que siempre te embriaguen sus encantos y siempre estés prendado de su amor.


Cuida que no te seduzcan con mercedes ni te corrompan con grandes regalos.


Por eso, así dice Yahveh acerca de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá: ¡Ay de este hombre! No se lamentarán por él, diciendo: '¡Ay, hermano mío!', o: '¡Ay, hermana mía!'. No se lamentarán por él: '¡Ay, Señor!', o: '¡Ay su majestad!'.


Hoy también mi queja es rebelión; su mano pesa sobre mis gemidos.


Me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:


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