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Ezequiel 11:1 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 El espíritu me elevó y me llevó a la puerta oriental del templo de Yahveh, la que mira a oriente. Y vi que a la entrada de la puerta había veinticinco hombres, entre los cuales vi a Yazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benaías, jefes del pueblo.

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Biblia Reina Valera 1960

1 El Espíritu me elevó, y me llevó por la puerta oriental de la casa de Jehová, la cual mira hacia el oriente; y he aquí a la entrada de la puerta veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jaazanías hijo de Azur y a Pelatías hijo de Benaía, principales del pueblo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Luego el Espíritu me levantó y me llevó a la entrada oriental del templo del Señor, donde vi a veinticinco hombres prominentes de la ciudad. Entre ellos estaban Jaazanías, hijo de Azur, y Pelatías, hijo de Benaía, quienes eran líderes del pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 En seguida el Espíritu me llevó a la puerta de la Casa de Yavé que mira al este. A la entrada de la puerta había veinticinco hombres entre los cuales divisé a Jezanías, hijo de Azur y a Peltía, hijo de Banaías, jefes del pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Me arrebató el espíritu, y en volandas me llevó a la puerta oriental de la Casa de YHVH (la que mira hacia el levante); y allí, junto a la puerta, había veinticinco varones, entre los que distinguí a Jaazanías ben Azur, y a Pelatías ben Benaía, príncipes del pueblo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Y el Espíritu me levantó y me metió por la puerta oriental de la casa de Jehová, la cual mira hacia el oriente: y he aquí a la entrada de la puerta veinticinco varones, entre los cuales vi a Jaazanías hijo de Azur, y a Pelatías hijo de Benaía, príncipes del pueblo.

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Ezequiel 11:1
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El espíritu me levantó y me llevó en visión, por el espíritu de Dios, en dirección a Caldea, a los deportados, y así desapareció de mi vista la visión que había tenido.


Mientras yo estaba profetizando, cayó muerto Pelatías, hijo de Benaías. Yo entonces caí de bruces y a grandes voces grité diciendo: '¡Ay, Señor Yahveh! ¿Vas a exterminar lo que queda de Israel?'.


Me llevó entonces al atrio interior del templo de Yahveh. Y vi que allí, a la entrada del santuario de Yahveh, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres, de espaldas al santuario de Yahveh y de cara al oriente, adorando al Sol en dirección al oriente.


Alargó una especie de mano y me asió por un mechón de los pelos de la cabeza; entonces el espíritu me elevó entre la tierra y el cielo y me llevó, en visiones divinas, a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior que mira al norte, donde estaba el emplazamiento del ídolo del celo que provoca los celos.


El espíritu me elevó y me arrebató, y yo iba amargado por la excitación de mi espíritu, pues la mano de Yahveh pesaba sobre mí.


Entonces el Espíritu me elevó y oí detrás de mí el ruido de un gran trueno cuando la gloria de Yahveh se elevaba de su lugar.


Fui arrebatado en espíritu, el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta,


Apenas salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y no volvió a verlo el eunuco, que siguió su camino lleno de alegría.


los príncipes de Judá son como los que desplazan los linderos; sobre ellos derramaré mi furor como agua.


Después me llevó a la nave y midió las pilastras: la anchura de cada pilastra era de seis codos por cada lado.


La mano de Yahveh se posó sobre mí. Yahveh me sacó fuera en espíritu y me dejó en medio de una llanura que estaba llena de huesos.


Sus jefes, dentro de ella, son como lobos que desgarran la presa, derramando sangre y matando a las personas para hacer su negocio.


Los querubines desplegaron sus alas y se remontaron del suelo. Yo mismo los vi cuando salían, y las ruedas con ellos. Se pararon a la entrada de la puerta oriental del templo de Yahveh. La gloria del Dios de Israel estaba encima de ellos.


Tus príncipes son rebeldes, comparsas de ladrones, cada cual ama el soborno, anda a la caza de regalos. No defienden al huérfano, la causa de la viuda no llega a ellos.


Escuchad la palabra de Yahveh, jefes de Sodoma; oíd la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra:


Todos los jefes de las tropas se enteraron de que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Godolías y se presentaron, con todos sus hombres, a Godolías en Mispá. Eran Ismael, hijo de Netanías, Juan, hijo de Caréaj; Serayas, hijo de Tanjumet el netofatita, y Jazanías, el maacatita.


Luego le dijeron: 'Mira, entre tus siervos hay cincuenta hombres valerosos; deja que vayan a buscar a tu señor, no sea que el espíritu de Yahveh lo haya tomado y lo haya arrojado en algún monte o algún valle'. Él les respondió: '¡No los enviéis!'.


Y sucederá que, cuando yo me aleje de ti, el espíritu de Yahveh te llevará adonde yo no sepa; y después que yo se lo haya anunciado a Ajab, él no te encontrará, y entonces me matará, a pesar de que tu siervo teme a Yahveh desde su juventud.


En cuanto a la forma de sus facciones, eran las facciones que yo había visto junto al río Quebar. Los cuatro avanzaban de frente.


Fue después al pórtico que mira a oriente, subió las gradas y midió el umbral de la puerta: una caña de fondo;


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