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Ezequiel 1:4 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Miré: y he aquí que un viento huracanado venía del norte, una nube grande, con fuego que relampagueaba continuamente y claridad alrededor, y dentro de él como el centelleo del bronce en medio del fuego.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Mientras miraba, vi una gran tormenta que venía del norte empujando una nube enorme que resplandecía con relámpagos y brillaba con una luz radiante. Dentro de la nube había fuego, y en medio del fuego resplandecía algo que parecía como de ámbar reluciente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Yo miré: un viento huracanado venía del norte. Vi una gran nube: En medio de ella un fuego ardiente irradiaba luz, y el centro era como de metal incandescente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 y miré, y he aquí un torbellino venía del norte: una gran nube con un fuego que se recogía dentro de sí mismo y un resplandor en torno a ella. En su centro, en medio del fuego, había una refulgencia como de metal incandescente.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 Y miré, y he aquí que un torbellino venía del norte, una gran nube, y un fuego envolvente, y un resplandor al derredor y en medio de él como de ámbar de en medio del fuego,

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Ezequiel 1:4
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Vi entonces como el centelleo del bronce, algo así como fuego que lo envolvía por todas partes desde lo que parecían ser de las caderas para arriba; y desde lo que parecían ser las caderas para abajo, vi como una especie de fuego que producía resplandor alrededor.


Miré y vi una figura de apariencia humana. Desde lo que parecían las caderas para abajo era fuego y desde las caderas para arriba era resplandeciente, como el centelleo del ámbar.


Mirad la tempestad de Yahveh: se desencadena una tormenta, se arremolina un huracán, que se lanza sobre la cabeza de los malvados.


Así dice Yahveh Sebaot: 'Mirad que una catástrofe se propaga de nación en nación, y un gran huracán se levanta desde los confines de la tierra'.


Oráculo contra el desierto del mar. Como torbellinos que atraviesan el Négueb, vienen del desierto, de tierra horrible.


sus pies semejantes a bronce brillante incandescente en el horno y su voz como estruendo de aguas caudalosas.


pues ciertamente nuestro Dios es un fuego devorador.


mirad que yo mando a buscar a todas las tribus del norte -oráculo de Yahveh- y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y las traeré contra este país y sus habitantes y contra todas estas naciones de su entorno, los entregaré al exterminio y haré de ellos horror, rechifla y ruinas perpetuas.


Buscad un refugio, benjaminitas, fuera de Jerusalén. Tocad la trompeta en Tecoa, encended una almenara en Bet Queren, porque asoma por el norte una desgracia, un desastre inmenso.


Izad bandera hacia Sión: aprisa, no os paréis, pues traigo una desgracia desde el norte, un desastre inmenso.


Oráculo contra Egipto. Mirad a Yahveh que cabalga sobre una nube ligera y llega a Egipto. Tiemblan ante él los dioses de Egipto, el corazón de Egipto desmaya en su pecho.


nuestro Dios viene y no calla. Le precede un fuego devorante, y en su entorno, la tempestad en furia.


sucedió que trompeteros y cantores al unísono hacían oír su voz, alabando y celebrando a Yahveh, y elevaban el sonido de las trompetas, de los címbalos y de los instrumentos músicos en alabanza de Yahveh, porque es bueno, porque su misericordia es eterna. Y en aquel momento, una nube llenó el templo de Yahveh,


Le dijo Yahveh: 'Sal y ponte en pie en el monte ante Yahveh'. Pasó entonces Yahveh, mientras soplaba un viento huracanado que hendía los montes y quebraba las peñas ante Yahveh; pero no estaba Yahveh en el huracán. Después del huracán hubo un terremoto; pero no estaba Yahveh en el terremoto.


di a esos revocadores con barro que caerá. Vendrá una lluvia torrencial, haré que caigan piedras de granizo y que se desencadene un viento tempestuoso.


'Por eso, así dice el Señor Yahveh: 'Desencadenaré en mi furor un viento tempestuoso; por causa de mi ira vendrá una lluvia torrencial, y caerán piedras de granizo por mi furia destructora.


La visión que yo vi era como la visión que yo había visto cuando vino a destruir la ciudad. En los detalles era como la visión que yo había visto junto al río Quebar. Y caí rostro en tierra.


Los caballos rojos salen hacia el país del oriente; los negros salen hacia el país del norte; los blancos salen hacia el país de occidente y los bayos salen hacia el país del sur'.


Granizó y cayeron rayos en medio del granizo. Tan intensa fue la granizada que no hubo otra igual en todo el país de Egipto desde que se constituyó en nación.


Seguían ellos caminando y conversando, cuando apareció un carro de fuego, con caballos también de fuego, que se interpuso entre los dos. Y Elías subió al cielo en un torbellino.


Entonces Yahveh respondió a Job desde el seno de la tempestad y le dijo:


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