22 Entonces el rey envió cartas a todas las provincias, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua, para que fueran los maridos quienes mandaran en su casa y en ella se hablara la lengua de su pueblo.
22 pues envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia conforme a su escritura, y a cada pueblo conforme a su lenguaje, diciendo que todo hombre afirmase su autoridad en su casa; y que se publicase esto en la lengua de su pueblo.
22 Envió cartas por todo el imperio, a cada provincia en su propio sistema de escritura y en su propio idioma, proclamando que todo hombre debía ser jefe en su propia casa y decir lo que le viniera en gana.
22 Despachó cartas a todas las provincias, a cada provincia en su escritura, a cada pueblo en su idioma, para que todo marido fuese el señor de su casa.
22 y envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua, para que cada varón fuera cabeza en su casa y lo difundiera conforme a la lengua de su pueblo.
22 pues envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia conforme a su lenguaje, y a cada pueblo conforme a su lenguaje, diciendo que todo hombre fuese señor en su casa; y que se publicase esto según la lengua de cada pueblo.
Llamaron, pues, a los secretarios del rey en aquel momento, en el tercer mes, que es el mes de siván, el veintitrés del mismo, y siguiendo las instrucciones de Mardoqueo, escribieron a los judíos, a los sátrapas, a los gobernadores y a los grandes de las provincias, desde la India hasta Etiopía, o sea, a las ciento veintisiete provincias; a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua, y a los judíos según su escritura y según su lengua.
El día trece del primer mes fueron convocados los secretarios del rey y se escribió exactamente, según las órdenes de Amán, a los sátrapas del rey, a los gobernadores de cada provincia y a los grandes de cada pueblo, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua. El escrito se hacía en nombre del rey Asuero y estaba sellado con el anillo real.
Y el señor alabó al administrador infiel, por haber obrado tan sagazmente. Pues los hijos de este mundo son más sagaces en el trato con los suyos que los hijos de la luz.