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Efesios 1:18 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 para que, iluminados los ojos de [vuestro] corazón, sepáis cuál es la esperanza de su llamada, cuál la riqueza de la gloria de su herencia en el pueblo santo,

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Biblia Reina Valera 1960

18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Pido que les inunde de luz el corazón, para que puedan entender la esperanza segura que él ha dado a los que llamó —es decir, su pueblo santo—, quienes son su rica y gloriosa herencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Que les ilumine la mirada interior, para que entiendan lo que esperamos a raíz del llamado de Dios, qué herencia tan grande y gloriosa reserva Dios a sus santos,

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 iluminados° los ojos del corazón° para saber cuál es la esperanza de su llamamiento y cuál la riqueza de la gloria de su herencia con los santos,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos;

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Efesios 1:18
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a fin de que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, y alcancen la remisión de los pecados y tengan parte en la herencia de los que han sido santificados por la fe en mí'.


Porque Dios que dijo: 'De entre las tinieblas brille la luz', Él es quien hizo brillar la luz en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo.


Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras


En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados según la riqueza de su gracia,


En otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor. Andad, pues, como hijos de luz


para que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser poderosamente fortalecidos por la acción de su Espíritu en vuestro interior;


un solo cuerpo y un solo Espíritu, del mismo modo que fuisteis llamados a una sola esperanza de vuestra vocación.


Destápame los ojos y que vea los misterios de tu ley.


para que, justificados por su gracia, seamos, como esperamos, herederos de una vida eterna.


para abrir los ojos a los ciegos, para sacar del calabozo al prisionero, de la cárcel a los que moran en oscuridad.


Teniendo esto en cuenta, no cesamos de orar por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de su llamada y lleve a cabo, con su poder, todo buen propósito y actividad de fe,


Así, pues, yo, prisionero por el Señor, os exhorto a conduciros de una manera digna de la vocación a la que fuisteis llamados,


Embrutece el corazón de este pueblo, endurece sus oídos, ciega sus oídos, para que sus ojos no vean, ni oigan sus oídos, ni entienda su corazón y no se convierta y se cure'.


Combate el buen combate de la fe; conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que has hecho tan bella confesión en presencia de muchos testigos.


porque Yahveh volcó sobre vosotros un soplo de letargo, que encoló vuestros ojos, profetas, y cubrió vuestras cabezas, videntes.


El Dios de toda gracia, el que os llamó a su eterna gloria en Cristo después que hayáis padecido un poco, os restablecerá, confirmará, robustecerá y hará inconmovibles.


En él mismo hemos sido también agraciados con la herencia, predestinados -según el previo decreto del que lo impulsa todo conforme a la decisión de su voluntad-


Acordaos de aquellos primeros tiempos, cuando, después de haber sido iluminados, sostuvisteis el duro combate de los sufrimientos,


exhortándoos y animándoos y conjurándoos a llevar una vida digna del Dios que os llama a su reino y a su gloria.


en aquellos incrédulos cuya mente obcecó el dios de este mundo, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios.


No se cegarán los ojos de los videntes, los oídos de los oyentes atenderán.


mientras aguardamos la bienaventurada esperanza, o sea, la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Cristo Jesús,


Y el propio Señor nuestro Jesucristo, y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio, en su gracia, una consolación eterna y una maravillosa esperanza, consuele vuestros corazones y los afiance en toda obra y palabra buena.


Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, revistidos con la coraza de la fe y con el casco de la esperanza de salvación.


A mí, el menor de todo el pueblo santo, se me ha dado esta gracia: la de anunciar a los gentiles el Evangelio de la insondable riqueza de Cristo,


Porque el corazón de este pueblo se ha embotado, con sus oídos pesadamente oyeron, y cerraron sus ojos; no sea que vean con sus ojos y oigan con sus oídos y entiendan con su corazón y se conviertan, y que yo los sane.


no devolváis mal por mal, ni insulto por insulto, sino, al contrario, bendecid, porque para esto habéis sido llamados, para ser herederos de la bendición.


En realidad, a los que ya una vez fueron iluminados, saborearon el don celestial, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,


Y que la paz de Cristo ponga orden como árbitro en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo. Sed agradecidos.


si es que permanecéis bien cimentados y firmes en la fe, y sin dejaros apartar de la esperanza del evangelio que habéis oído y ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo, y al cual yo, Pablo, he sido destinado como servidor.


movidos por la esperanza de lo que os está reservado en el cielo y acerca de lo cual habéis sido informados en el mensaje de la verdad, del Evangelio,


estabais en aquel tiempo lejos de Cristo, privados de la ciudadanía de Israel y extraños a las alianzas de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo.


Pues nosotros, confiados en el Espíritu y procediendo por fe, aguardamos pacientemente la esperanza de la justicia.


Oirán aquel día las palabras del libro los sordos, y sin tiniebla ni oscuridad los ojos de los ciegos verán.


Bendito Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos reengendró a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos,


Una de ellas, por nombre Lidia, traficante en púrpuras, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, nos escuchaba atentamente y el Señor le abrió el corazón para aceptar lo que Pablo decía.


a saber, correr hacia la meta, para ganar el premio al que Dios nos llama arriba en Cristo Jesús.


Tan sólo de oídas te conocía yo pero ahora mis ojos te ven.


Reposará sobre él el espíritu de Yahveh, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yahveh.


Salía él de camino cuando corrió hacia él uno que, arrodillándose ante él, le preguntaba: 'Maestro bueno, ¿qué haría yo para heredar vida eterna?'.


¿O es que menosprecias la riqueza de su bondad y de su paciencia y de su comprensión, al no reconocer que esta bondad de Dios intenta llevarte a la conversión?


pues los dones de Dios y su llamada son irrevocables.


deis gracias al Padre que os capacitó para participar de la herencia del pueblo santo en la luz.


al que Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria.


para que se consuelen sus corazones, caminen unidos en amor y alcancen toda la riqueza de la plenitud de la inteligencia en el profundo conocimiento del misterio de Dios, Cristo,


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