12 Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.
12 De manera que fueron directo al rey y le recordaron el decreto. —¿No firmó usted una ley por la cual, durante los próximos treinta días, todo aquel que ore a quien sea, divino o humano —excepto a usted, su majestad—, sea arrojado al foso de los leones? —Sí —contestó el rey—, esa decisión sigue en pie; es una ley oficial de los medos y de los persas que no puede ser revocada.
12 Corrieron donde el rey y le recordaron la prohibición real: '¿No firmaste un decreto según el cual cualquier hombre que en estos treinta días dirija una oración a otro dios o a otra persona fuera de ti, sería arrojado al foso de los leones?' El rey respondió: 'Así se ha establecido firmemente, según la ley de los medos y de los persas: nadie puede ir en contra'.
12 Fueron luego ante el rey y le hablaron acerca del edicto real: ¿No has confirmado un edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.
12 Entonces se acercaron, y hablaron delante del rey acerca del edicto real: ¿No has firmado un edicto que todo hombre que pida a cualquier dios u hombre en el espacio de treinta días, excepto a ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey y dijo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no se abroga.
Todos los inspectores del reino, los prefectos, los sátrapas, los consejeros y los gobernadores aconsejan que se promulgue un edicto real, por el cual se ponga en vigor esta prohibición: 'Quien, por espacio de treinta días, haga una oración a quienquiera que sea, Dios u hombre, fuera de a ti, ¡oh rey!, sea arrojado al foso de los leones'.
Si al rey le parece bien, que ordene publicar un edicto real, que ha de inscribirse entre las leyes de Persia y de Media para que no sea derogado, y que en él se diga que Vastí no comparezca más en presencia del rey Asuero y que el rey da su dignidad de reina a otra mejor que ella.