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Daniel 2:11 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Lo que el rey pide es tan difícil que nadie se lo puede descubrir al rey, salvo los dioses, cuya morada no está entre los hombres'.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Es imposible cumplir con lo que el rey exige. Nadie, excepto los dioses, puede contar al rey su sueño, pero los dioses no habitan entre los hombres.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 El rey pide demasiado; sólo los dioses pueden satisfacer esa exigencia del rey, pero ellos no se encuentran en el mundo de los mortales'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Porque el asunto que el rey demanda es cosa ardua, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses, cuya morada no está con la carne.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 Finalmente, el asunto que el rey demanda, es singular, ni hay quien lo pueda declarar delante del rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.

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Daniel 2:11
25 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Hay en tu reino un hombre que posee el espíritu de la adivinación divina y ya en tiempo de tu padre se halló en él una luz, una perspicacia y una sabiduría semejantes a las de los dioses. Por eso el rey Nabucodonosor, tu padre, lo nombró jefe de los magos, de los adivinos, de los caldeos y de los astrólogos.


¿Qué compatibilidad entre el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo de Dios vivo, como lo dijo Dios: Habitaré y caminaré en medio de ellos; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.


Jesús le contestó: 'Si uno me ama, guardará mi palabra, mi Padre lo amará y vendremos a él para fijar morada en él.


el Espíritu de la verdad a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque con vosotros permanece y en vosotros estará.'


Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Nosotros vimos su gloria, gloria como de Hijo único que viene del Padre, lleno de gracia y de verdad.


Jesús fijó en ellos su mirada y les dijo: 'Para los hombres, esto es imposible; pero para Dios, todo es posible'.


Que así dice el Excelso, el Sublime, que reside en la eternidad y cuyo nombre es santo: 'En lo alto y en lo santo resido, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes, para vivificar el corazón de los quebrantados.


Habitaré en medio de los israelitas y seré su Dios.


Luego dijo el Faraón a José: 'Puesto que Dios te ha dado a conocer todo esto, no existe otro más inteligente y sabio que tú.


Oí una gran voz que procedía del trono, la cual decía: 'Aquí está la morada de Dios con los hombres. Morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos.


Aquí estoy yo y mis hijos, los que Yahveh me ha dado, como señales y portentos en Israel, de parte de Yahveh Sebaot, que habita en el monte Sión.


'Éste será por siempre el lugar de mi reposo, aquí he de morar, pues aquí tengo mi contento.


Los carros del Señor son mil millares, del Sinaí viene el Señor en santidad.


Pero ¿es que Dios habitará verdaderamente con el hombre en la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no tienen capacidad para contenerte, ¡cuánto menos este templo que te he construido!


Pero ¿es verdad que Dios habitará en la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no tienen capacidad para contenerte ¡cuánto menos este templo que te he construido!


No contaminéis la tierra que habitáis, en medio de la cual habito yo, pues yo, Yahveh, habito en medio de los israelitas'.


Yo estableceré una distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana se realizará esta señal''.


Pero a la mañana siguiente su espíritu estaba inquieto y mandó llamar a todos los adivinos y a todos los sabios de Egipto. Faraón les refirió sus sueños; pero no hubo quien se los supiera interpretar al Faraón.


Quédate, pues, con tus maleficios, con la multitud de tus hechicerías, por los que te fatigaste desde tu juventud. ¡Quizá puedan ayudarte! ¡Quizá hagas temblar!


Vinieron, pues, los magos, los adivinos, los caldeos y los astrólogos y les conté el sueño; pero no supieron darme la interpretación.


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