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Amós 1:14 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Pondré fuego a las murallas de Rabá, que devorará sus palacios, entre la alarma de un día de batalla, entre el torbellino de un día de tormenta.

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Biblia Reina Valera 1960

14 Encenderé fuego en el muro de Rabá, y consumirá sus palacios con estruendo en el día de la batalla, con tempestad en día tempestuoso;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Rabá, y todas sus fortalezas serán destruidas. La batalla vendrá sobre ellos con gritos, como un torbellino en una tormenta impetuosa.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 por eso yo prenderé fuego a los muros de Rabbá, incendiándose sus palacios; habrá entonces alaridos de combate y soplará el vendaval de la tormenta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Encenderé pues un fuego a los muros de Rabá, Que devorará sus palacios, Entre el alarido° del día de batalla, Entre la tempestad del día huracanado,°

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

14 Y encenderé fuego en el muro de Rabá, y consumirá sus palacios con estruendo en el día de la batalla, con tempestad en día tempestuoso;

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Amós 1:14
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Enviaré fuego a Moab, que devorará los palacios de Queriyot. Morirá Moab entre el tumulto, en medio de la alarma, al son de la trompeta.


Por eso, mirad que vienen días -oráculo de Yahveh-, en que lanzaré contra Rabá de los amonitas el grito de guerra: será una escombrera desolada, y sus hijas consumidas por el fuego. Así heredará Israel a sus herederos, dice Yahveh.


Og, rey de Basán, era el único superviviente de los refaítas. Su cama, que todavía puede verse en Rabá de los amonitas, era de hierro, y medía nueve codos de largo y cuatro de ancho, en codos normales.


Yahveh hará oír la majestad de su voz, y él hará ver el desplome de su brazo con furia de ira y llama de fuego devorador, chubasco y aguacero y piedra de granizo.


Joab siguió atacando a Rabá de los amonitas y se apoderó de la ciudad real.


Los he dispersado entre todas las naciones que no conocían. y la tierra quedó desolada cuando se fueron, sin que nadie transitara por ella. Así han convertido en desierto un país delicioso'.


'En el tiempo del fin le hará frente el rey del mediodía, y el rey del norte se lanzará contra él, como un torbellino, con carros, jinetes y numerosas naves; llegará al país y lo invadirá como una inundación.


Haré de Rabá un pastizal de camellos, y del país de los amonitas un sesteadero de ovejas; y sabréis que yo soy Yahveh'.


Porque nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo, que lleva al hombro el principado y es su nombre: Consejero Portentoso, Héroe Divino, Padre Sempiterno, Príncipe de paz.


Igual que cuando el fuego abrasa el bosque y las llamas encienden las montañas,


Al toque de trompeta lanza relinchos. Olfatea de lejos el combate, el clamor de los jefes y los gritos de guerra.


A la vuelta de un año, por el tiempo en que los reyes salen a campaña, mandó salir David a Joab con sus servidores y con todo Israel. Devastaron el país de los amonitas y pusieron cerco a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén.


A la vuelta de un año, por el tiempo en que los reyes suelen salir a campaña, Joab, al frente del grueso del ejército, devastó el país de los amonitas. Luego puso sitio a Rabá. Entretanto, David se quedó en Jerusalén. Joab batió a Rabá y la destruyó.


por Yahveh Sebaot serás visitada con trueno y terremoto, con enorme estruendo, con tormenta, tempestad y llama de fuego devorador.


Mirad la tempestad de Yahveh: se desencadena una tormenta, se arremolina un huracán, que se lanza sobre la cabeza de los malvados.


Para que desmayen los corazones y se multipliquen los caídos, junto a todas sus puertas pongo el estrago de la espada. ¡Ay! Para brillar está hecha, para matar está bruñida.


También yo batiré palmas y aplacaré mi furor. Yo, Yahveh, he hablado'.'


por eso, yo extiendo mi mano contra ti para darte como presa a las naciones, para exterminarte de en medio de los pueblos y hacerte desaparecer de entre los países. Te aniquilaré; y sabrás que yo soy Yahveh'.


A los habitantes de la ciudad los deportó y les obligó a manejar la sierra, las hachas y los picos de hierro, y a trabajar en los hornos de ladrillos. Lo mismo hizo con todas las ciudades de los amonitas. Luego regresó con todo el ejército a Jerusalén.


Señala un camino para que la espada venga a Rabá de los amonitas, y el otro a Judá y a Jerusalén, la fortificada.


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