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2 Reyes 1:13 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Volvió a enviar el rey un tercer jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres. Este tercer jefe subió y, apenas llegado, se puso de rodillas ante Elías y le suplicó: 'Hombre de Dios, que mi vida y la de tus siervos, estos cincuenta, tenga algún valor a tus ojos.

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Biblia Reina Valera 1960

13 Volvió a enviar al tercer capitán de cincuenta con sus cincuenta; y subiendo aquel tercer capitán de cincuenta, se puso de rodillas delante de Elías y le rogó, diciendo: Varón de Dios, te ruego que sea de valor delante de tus ojos mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Por tercera vez, el rey envió a un capitán con cincuenta hombres; pero esta vez el capitán subió a la colina, se arrodilló ante Elías y le suplicó: —Hombre de Dios, por favor, perdone mi vida y también la vida de estos cincuenta siervos suyos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13-14 Envió el rey por tercera vez a cincuenta hombres con su jefe; cuando llegó cerca de Elías, el tercer jefe se arrodilló y le suplicó diciéndole: '¡Hombre de Dios, soy tu servidor; ojalá mi vida y la de mis hombres tenga algún valor para ti! ¡El fuego de Dios ya ha bajado dos veces del cielo para devorar a los dos primeros jefes con sus cincuenta hombres, perdóname ahora mi vida!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Y volvió a enviar un tercer capitán de cincuenta con sus cincuenta; pero el tercer capitán de cincuenta subió, y fue y se postró de rodillas° delante de Elías, y le suplicó diciendo: Varón de Dios, te ruego que mi vida y la vida de estos cincuenta siervos tuyos sea de valor ante tus ojos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

13 Y volvió a enviar el tercer capitán de cincuenta con sus cincuenta: y subiendo aquel tercer capitán de cincuenta, se hincó de rodillas delante de Elías, y le rogó, diciendo: Varón de Dios, te ruego que sea de valor delante de tus ojos mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos.

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2 Reyes 1:13
17 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¿Dónde golpearos aún si seguís rebelándoos? Toda la cabeza está enferma, todo el corazón extenuado.


Mira: voy a entregarte algunos de la sinagoga de Satanás, que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten. Los voy a obligar a que vengan y se postren a tus pies, y sepan que te amo.


Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo, y huirá de vosotros.


Pues todas estas cosas las hizo mi mano, todas ellas son mías -dice Yahveh-. Pero en éste me fijo: en el humilde y contrito, el que tiembla a mi palabra.


Caminarán hacia ti encorvados los hijos de tus opresores, se postrarán a las plantas de tus pies todos los que te despreciaban, y te llamarán ciudad de Yahveh, Sión del Santo de Israel.


Esto es lo peor de cuanto acontece bajo el sol: que una misma es la suerte para todos. Además, el corazón de los hombres está lleno de malicia y de estupidez durante la vida; y después, ¡con los muertos!


Aunque machaques al necio en el mortero con la maza de moler el grano, no se apartará de él su necedad.


Y es que el Señor habrá reconstruido ya a Sión y habrá dejado ver su gloria,


De opresión y violencia los habrá de redimir, pues su sangre es preciosa ante sus ojos.


Entonces el rey, tomando la palabra dijo al varón de Dios: 'Implora, por favor, a Yahveh, tu Dios, e intercede por mí, para que mi mano vuelva hacia mí'. Imploró el varón de Dios a Yahveh, y al punto la mano del rey se volvió hacia él y quedó como había estado antes.


Respondió Saúl: 'He pecado. Vuélvete, hijo mío, David, pues no te volveré a hacer mal, ya que mi vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. He obrado como un insensato y me he engañado por completo'.


Entonces todos esos servidores tuyos acudirán a mí y, postrándose ante mí, dirán: 'Sal tú y todo el pueblo que te sigue'. Y después saldré yo'. Y, encendido en cólera, salió Moisés de casa del Faraón.


Respondió Elías y les dijo: 'Si soy hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta hombres'. Y al instante bajó del cielo un fuego de Dios que los devoró a él y a sus cincuenta.


Ya ves que ha bajado fuego del cielo y ha devorado a los dos primeros jefes de cincuenta con sus cincuenta hombres. ¡Que ahora mi vida tenga algún valor a tus ojos!'.


Yahveh, ¿no buscan tus ojos la verdad? Los has golpeado y no se han dolido; los has consumido, y no quisieron aprender la lección. Tienen la cara más dura que una piedra, no quieren convertirse.


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