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2 Pedro 3:7 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Pero el cielo y la tierra de ahora están guardados por la misma palabra, reservados para el fuego en el día del juicio y de la destrucción de los impíos.

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Biblia Reina Valera 1960

7 pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Por esa misma palabra, los cielos y la tierra que ahora existen han sido reservados para el fuego. Están guardados para el día del juicio, cuando será destruida la gente que vive sin Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Del mismo modo ahora la palabra de Dios es la que conserva nuestro cielo y nuestra tierra, pero serán destruidos por el fuego el día del Juicio, cuando los impíos también sean destruidos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Pero los cielos y la tierra de ahora quedan reservados° por la misma Palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Pero los cielos que son ahora, y la tierra, son reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.

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2 Pedro 3:7
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Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En él desaparecerán los cielos con formidable estruendo, los elementos se disolverán abrasados por el fuego y quedará al descubierto la tierra con todas las obras que hay en ella.


Alzad los ojos al cielo y mirad abajo a la tierra: que el cielo como humo se disipa, la tierra como vestido se desgasta, sus habitantes como moscas perecen; pero mi salvación estará por siempre y mi justicia no declinará.


aguardando y apresurando la parusía del día de Dios, en el que los cielos se disolverán incendiados y los elementos se fundirán abrasados por el fuego!


Vi luego cielo nuevo y tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar no existe ya.


El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán.


El Señor sabe librar de la prueba a los piadosos y reservar para el castigo hasta el día del juicio a los impíos,


Entonces dirá también el rey a los de la izquierda: 'Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles.


Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. Huyeron de su presencia la tierra y el cielo, y no se les volvió a ver en ningún lugar.


Pero yo os aseguro que de toda palabra dicha sin fundamento que hayan proferido los hombres tendrán que dar cuenta en el día del juicio.


Y de igual modo, también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas sirven de escarmiento y sufren el castigo de un fuego eterno, porque, lo mismo que ellos, se entregaron a la prostitución y a los vicios contra la naturaleza.


Pues los que intentan enriquecerse, caen por ello mismo en tentación y trampa, o sea, en múltiples afanes locos y nocivos, que hunden a los hombres en ruina y perdición.


sin dejaros amedrentar en nada por los adversarios. Esto será para ellos indicio cierto de perdición y para vosotros, de salvación. Y esto procede de Dios.


En esto culmina el amor entre nosotros: en que tengamos plena confianza en el día del juicio; porque tal como es él, somos también nosotros en este mundo.


Que nadie os engañe en modo alguno. Porque si primero no viene la apostasía y aparece el hombre impío, el hijo de la perdición,


Pero, por tu dureza y tu impenitente corazón, estás acumulando ira para el día de la ira, cuando se revele el justo juicio de Dios,


Y si algún lugar no os recibe, ni quieren escucharos, retiraos de allí y sacudid el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos'.


Por eso os digo: en el día del juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti'.


Por eso, os digo: en el día del juicio, habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras.


Os lo aseguro: habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que para esa ciudad.


Por eso, esperadme -oráculo de Yahveh- el día en que me levante para dar testimonio, pues he decidido reunir a las naciones, congregar a los reinos, para derramar sobre ellos mi cólera, todo el ardor de mi ira: por el fuego de mi celo será devorada toda la tierra.


tú fundaste la tierra en los comienzos y los cielos son la obra de tus manos.


nuestro Dios viene y no calla. Le precede un fuego devorante, y en su entorno, la tempestad en furia.


La bestia que era y no es, aunque hace el número ocho, es también de los siete, y camina a la perdición.


La bestia que has visto era y ya no es. Está a punto de subir del abismo, pero camina a la perdición. Los moradores de la tierra, aquellos cuyo nombre no está escrito en el libro de la vida desde la creación del mundo, quedarán atónitos, cuando vean la bestia, pues era, ya no es y vuelve a aparecer.


Pues mirad que Yahveh avanza en el fuego y sus carros como el torbellino, para desfogar con furor su ira y su indignación con llamas de fuego.


Seguí mirando y vi que colocaron unos tronos y un anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve; los cabellos de su cabeza puros como la lana; su trono eran llamas de fuego; sus ruedas eran ascua encendida.


El que me rechaza y no recibe mis palabras tiene ya quien lo condene: la palabra que yo he anunciado, ésa lo condenará en el último día.


llegará a descubrirse la obra de cada cual; la manifestará el día del juicio, porque éste se revela en fuego, y el fuego [mismo] pondrá a prueba la calidad de la obra de cada uno:


pues ciertamente nuestro Dios es un fuego devorador.


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