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2 Crónicas 9:4 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 los manjares de su mesa, las habitaciones de sus cortesanos, el porte y las vestiduras de sus ministros, los coperos con sus trajes y la cámara alta desde la que subía al templo de Yahveh, se quedó sin aliento

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Biblia Reina Valera 1960

4 y las viandas de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado de sus criados y los vestidos de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y la escalinata por donde subía a la casa de Jehová, se quedó asombrada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 quedó atónita. También estaba asombrada por la comida que se servía en las mesas del rey, por la forma en que estaban organizados sus funcionarios y la ropa espléndida que usaban, por los coperos y sus mantos, y por las ofrendas quemadas que ofrecía Salomón en el templo del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 los manjares de su mesa, las habitaciones de sus servidores, el porte de sus ministros y sus vestidos, sus coperos, con sus trajes, y los sacrificios que ofrecía en la Casa de Yavé, se quedó sin aliento,

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 y los manjares de su mesa, y los asientos° de sus siervos, la disposición° de sus ministros y sus vestiduras, sus mayordomos y sus vestiduras, y la escalinata que subía a la Casa de YHVH, se quedó sin aliento,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 los manjares de su mesa, las sillas de sus siervos, el estado de sus criados, las vestiduras de ellos, sus maestresalas y sus vestiduras, y su escalinata por donde subía a la casa de Jehová, se quedó sin aliento.

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2 Crónicas 9:4
22 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo.


Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies. Él puso su diestra sobre mí y me dijo: 'No temas. Yo soy el primero y el último


Dichosos aquellos criados a quienes el señor, al volver, los encuentre velando. Os lo aseguro: él también se ceñirá la cintura, los hará ponerse a la mesa y se acercará a servirles.


¿Cómo podría, pues, este siervo de mi señor hablar a mi señor, si ya no tengo fuerza alguna y ni aun aliento me queda?'.


El príncipe entrará desde el exterior por el vestíbulo de la puerta y se detendrá junto a las jambas de la puerta. Mientras los sacerdotes ofrecen su holocausto y sus sacrificios de comunión, se postrará en el umbral de la puerta. Luego saldrá y la puerta no se cerrará hasta la tarde.


En cuanto al príncipe, podrá, en su condición de príncipe, sentarse allí para comer su parte delante de Yahveh. Entrará por el vestíbulo de la puerta y saldrá por ese mismo camino'.


Muchachas de Jerusalén, yo os conjuro: si encontráis a mi amado ¿qué le habéis de decir? Que estoy enferma de amor.


'¡Venid a comer mi pan, bebed el vino que he mezclado!


En seguida, respóndeme, Señor: el aliento me falta. No me ocultes tu rostro y que me iguale a los que bajan a la fosa.


Kaf. Mi alma desfallece por tu amparo, yo fío en tu palabra;


Ahora, oh Señor, esté atento tu oído a la oración de tu siervo, a la oración de tus siervos, que se complacen en reverenciar tu nombre. Concede a tu siervo que hoy tenga éxito y que halle clemencia ante ese hombre'. Yo era entonces copero del rey.


Al mirar, vio al rey de pie junto a la columna, a la entrada, rodeado de los jefes y de los trompeteros, y a toda la gente del país alborozada, mientras sonaban las trompetas y mientras los cantores, con instrumentos músicos, dirigían las aclamaciones. Entonces Atalía se rasgó las vestiduras y gritó: '¡Traición, traición!'.


Están hasta el día de hoy junto a la puerta del rey, al oriente. Ellos eran los porteros del campamento de los levitas.


Y para agradar al rey de Asiria, quitó también del templo de Yahveh el estrado del trono que se había construido en el templo y la entrada exterior del rey.


los manjares de su mesa, las habitaciones de sus cortesanos, el porte y las vestiduras de la servidumbre, sus coperos y los holocaustos que ofrecía en el templo de Yahveh, se quedó sin aliento


Pero yo os digo: ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos.


Cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón y el palacio que había edificado,


y declaró al rey: '¡Ha resultado ser verdad cuanto había oído en mi país acerca de tus hechos y de tu sabiduría!


Las provisiones de Salomón para cada día eran: treinta koros de flor de harina y sesenta de harina corriente,


diez bueyes cebados y veinte de pasto, cien ovejas, sin contar ciervos, gacelas, gamos y aves cebadas.


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