Sin embargo, Yahveh, Dios de Israel, me eligió de entre toda la casa de mi padre para que yo fuera rey de Israel por siempre, pues eligió a Judá por caudillo y, dentro de la casa de Judá, a la casa de mi padre; y de entre los hijos de mi padre, puso en mí su complacencia para constituirme rey sobre todo Israel.
El rey Roboán se consolidó en Jerusalén y siguió reinando. Cuarenta y un años tenía Roboán cuando fue proclamado rey, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido Yahveh de entre todas las tribus de Israel para poner en ella su nombre. Su madre se llamaba Naamá y era amonita.
Yahveh dijo a Samuel: '¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, una vez que yo lo he rechazado para que no sea rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete adonde te envío, a la casa de Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí'.
Me levantarás un altar de tierra y ofrecerás en él tus holocaustos y sacrificios de comunión, tu ganado menor y mayor. En todo lugar donde yo conmemore mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.
'Desde el día en que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no elegí ciudad alguna entre todas las tribus de Israel para que se me edificara un templo donde estuviera mi nombre, ni elegí a ningún hombre para que fuera príncipe sobre mi pueblo Israel.
Colocó el ídolo de la aserá que se había fabricado en el templo del que Yahveh, había dicho a David y a Salomón, su hijo: 'En este templo, y en Jerusalén, la que yo escogí de entre todas las tribus de Israel, estableceré mi nombre para siempre.
Nunca he habitado en ninguna casa desde el día en que hice subir a Israel hasta el día de hoy, sino que he andado de tienda en tienda y de pabellón en pabellón.
Ahora, pues, esto dirás a mi siervo David: 'Así habla Yahveh Sebaot: Yo te tomé de los pastizales, de detrás del rebaño, para que fueras caudillo de mi pueblo Israel.
que tus ojos permanezcan abiertos día y noche sobre este templo, sobre este lugar del que dijiste: 'Allí estará mi nombre', y atiende la plegaria que tu siervo te dirige en este lugar.
Ahora, pues, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres. Tended la mano a Yahveh y venid a su santuario, que él ha santificado para siempre. Servid a Yahveh, vuestro Dios, para que él aparte de vosotros el ardor de su cólera.
así como toda la plata y el oro que reúnas en toda la provincia de Babilonia, junto con los donativos que el pueblo y los sacerdotes ofrezcan espontáneamente al templo de Dios que está en Jerusalén.
El ángel de Yahveh dijo a Satán: 'Que Yahveh te reprima, Satán; que te reprima Yahveh, que ha elegido a Jerusalén. ¿No es éste un tizón sacado del fuego?'.