2 Crónicas 34:9 - Biblia Serafín de Ausejo 19759 Se presentaron, pues, al sumo sacerdote Jilquías y le entregaron el dinero aportado al templo de Dios, que los levitas y porteros habían recogido de manos de Manasés, de Efraín, y de todo el resto de Israel, de todo Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén. សូមមើលជំពូកកំណែច្រើនទៀតBiblia Reina Valera 19609 Vinieron estos al sumo sacerdote Hilcías, y dieron el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, que los levitas que guardaban la puerta habían recogido de mano de Manasés y de Efraín y de todo el remanente de Israel, de todo Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén. សូមមើលជំពូកBiblia Nueva Traducción Viviente9 Estos hombres le dieron al sumo sacerdote Hilcías el dinero que habían recaudado los levitas que servían como porteros en el templo de Dios. Las ofrendas las traían la gente de Manasés, de Efraín y los que quedaban de Israel; al igual que la gente de todo Judá, de Benjamín y de Jerusalén. សូមមើលជំពូកBiblia Católica (Latinoamericana)9 Fueron, pues, donde el sumo sacerdote Helquías y le entregaron el dinero traído a la Casa de Dios, es decir, todo lo que los levitas y porteros habían recibido de Manasés y de Efraím y de todo el resto de Israel, de todo Judá y Benjamín y de los habitantes de Jerusalén. សូមមើលជំពូកLa Biblia Textual 3a Edicion9 Y fueron al sumo sacerdote Hilcías, y le dieron el dinero recaudado en la Casa de YHVH, que los levitas porteros de la entrada habían recibido de mano de los de Manasés, y de Efraín, y de todo el resto de Israel, y de todo Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalem. សូមមើលជំពូកBiblia Reina Valera Gómez (2023)9 Los cuales vinieron a Hilcías, el sumo sacerdote, y entregaron el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, que los levitas que guardaban la puerta habían recogido de mano de Manasés y de Efraín y de todo el remanente de Israel, y de todo Judá y Benjamín, y volvieron a Jerusalén. សូមមើលជំពូក |
Cuando todo esto hubo terminado, todos los israelitas que allí se encontraban salieron por las ciudades de Judá y rompieron las estelas, derribaron las aserás y demolieron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, y también por Efraín y Manasés, hasta acabar con ellos. Después, todos los israelitas regresaron, cada uno a su propiedad, a sus ciudades.
El rey dio orden al sumo sacerdote Jilquías, a los sacerdotes de segundo orden y a los guardianes de la puerta de que sacaran del santuario de Yahveh todos los enseres fabricados para el culto de Baal, de la aserá y de todo el ejército del cielo. Los quemó fuera de Jerusalén, en los campos del Cedrón, y llevó las cenizas a Betel.