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2 Crónicas 30:21 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 Los israelitas que se hallaban en Jerusalén celebraron la fiesta de los Ázimos durante siete días con grande alegría, mientras los levitas y los sacerdotes cantaban alabanzas a Yahveh cada día con voz poderosa.

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Biblia Reina Valera 1960

21 Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta solemne de los panes sin levadura por siete días con grande gozo; y glorificaban a Jehová todos los días los levitas y los sacerdotes, cantando con instrumentos resonantes a Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Entonces los israelitas que estaban presentes en Jerusalén celebraron con gran alegría el Festival de los Panes sin Levadura durante siete días. Cada día los levitas y los sacerdotes cantaban al Señor, al son de instrumentos resonantes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 Los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta de los Azimos por siete días con gran alegría, mientras los levitas y los sacerdotes alababan a Yavé todos los días con todas sus fuerzas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 Y los hijos de Israel que estaban presentes en Jerusalem hicieron la solemnidad de los panes sin levadura durante siete días con gran alegría; y los levitas y los sacerdotes alababan a YHVH día tras día, cantando° a YHVH con instrumentos resonantes.°

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

21 Así los hijos de Israel que estaban presentes en Jerusalén celebraron la fiesta solemne de los panes sin levadura por siete días con grande gozo; y los levitas y los sacerdotes alababan a Jehová día tras día, cantando con instrumentos resonantes a Jehová.

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2 Crónicas 30:21
22 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

durante siete días comerás ázimos, y el séptimo día habrá fiesta en honor de Yahveh.


'Durante siete días comeréis panes ázimos; desde el primer día haréis desaparecer de vuestras casas la levadura; pues quien, cualquiera de estos días, comiere pan fermentado, ese tal será borrado de Israel.


Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito: estad alegres.


Acudían diariamente al templo con perseverancia y animados por un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón;


Llegó el día de los ázimos, en el que había que sacrificar el cordero pascual.


Acercábase la fiesta de los ázimos, la Pascua.


Y luego les dijo: 'Id y comed manjares grasos y bebed vinos dulces, y mandad también raciones a los que no tengan nada preparado, pues este día está consagrado a nuestro Señor. Y no os aflijáis, porque la alegría en Yahveh es vuestra fortaleza'.


Hubo así gran alborozo en Jerusalén, ya que desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no había ocurrido cosa semejante en Jerusalén.


Luego, tras haber deliberado con el pueblo, designó a los que habían de cantar a Yahveh y entonarle alabanzas, los cuales, revestidos de ornamentos sagrados, salieron al frente de la tropa, diciendo: 'Alabad a Yahveh, porque es eterna su misericordia'.


En el día veintitrés del mes séptimo, Salomón envió al pueblo a sus tiendas, contentos y con el corazón alegre por todos los beneficios que Yahveh había otorgado a David, a Salomón y a su pueblo Israel.


Te regocijarás en tu fiesta, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda que vivan dentro de tus ciudades.


Y os regocijaréis delante de Yahveh, vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, y el levita que está dentro de vuestras ciudades, ya que él no ha recibido parte ni heredad con vosotros.


Allí comeréis en presencia de Yahveh, vuestro Dios, y os regocijaréis, vosotros y vuestras familias, por todo lo que vuestras manos han ganado y lo que te haya aportado la bendición de Dios.


El día quince de ese mes es la Fiesta de los Ázimos de Yahveh. Durante siete días comeréis pan sin levadura.


Sin embargo, algunos de Aser, de Manasés y de Zabulón aceptaron dócilmente la invitación y vinieron a Jerusalén.


Los israelitas que se hallaban allí celebraron en aquella ocasión la Pascua y la fiesta de los Ázimos durante siete días.


Toda la comunidad de los que habían vuelto del cautiverio hizo cabañas y habitó en ellas. Los israelitas no lo habían hecho así desde los tiempos de Josué, hijo de Nun, hasta ese día. Hubo, pues, gran alegría.


Después, el rey Ezequías y los jefes ordenaron a los levitas que entonaran alabanzas a Yahveh con las palabras de David y de Asaf, el vidente. Ellos, con gran júbilo, cantaron las alabanzas y luego doblaron las rodillas y se postraron.


Terminados aquellos días, al regresar ellos, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo notaran sus padres.


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