19 Abías y su ejército persiguieron a las tropas de Jeroboam y conquistaron algunas de sus ciudades, entre ellas Betel, Jesana y Efrón, junto con sus aldeas vecinas.
Al oír Asá estas palabras, esta profecía de Azarías, hijo de Oded, el profeta, cobró ánimos e hizo desaparecer los ídolos de todo el país de Judá y de Benjamín y de las ciudades que él había conquistado en la montaña de Efraín y restauró el altar de Yahveh que estaba delante del vestíbulo de Yahveh.
Después, desde la cima del monte, la frontera se inclinaba hacia la fuente de las aguas de Neftoaj, subía hacia las ciudades de la montaña de Efrón y se inclinaba hacia Baalá, o sea, Quiriat Yearín.
Por eso Jesús ya no andaba en público entre los judíos, sino que se fue de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraín, donde permaneció en compañía de sus discípulos.
Cuando los hombres de Israel que estaban al otro lado del valle y más allá del Jordán se dieron cuenta de que los israelitas habían huido y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron las ciudades y huyeron. Llegaron luego los filisteos y se instalaron en ellas.
Se apoderó Josué de todos estos reinos y de todos sus reyes; los mató a filo de espada y los entregó al anatema, como había dispuesto Moisés, siervo de Yahveh.
Se apoderó de ella y de su rey, así como de todas sus ciudades, a las que pasó a filo de espada y las entregó al anatema con todos sus habitantes, sin dejar supervivientes, como había hecho con Hebrón y Libná y con sus reyes.
pero vosotros no os paréis: seguid persiguiendo a vuestros enemigos, atacadles por la espalda, no los dejéis entrar en sus ciudades, pues Yahveh, vuestro Dios, los va a entregar en vuestras manos'.
Así fueron humillados los israelitas en aquella ocasión, mientras que los hijos de Judá prevalecieron, porque se habían apoyado en Yahveh, Dios de sus padres.
Colocó tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá y estableció gobernadores tanto en el país de Judá como en las ciudades de Efraín que había conquistado su padre Asá.