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2 Crónicas 12:7 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Al ver Yahveh que se habían humillado, le fue dirigida la palabra de Yahveh a Semaías y le dijo: 'Puesto que se han humillado, no los exterminaré, sino que dentro de poco los salvaré, y mi cólera no se derramará sobre Jerusalén por medio de Sosac.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Y cuando Jehová vio que se habían humillado, vino palabra de Jehová a Semaías, diciendo: Se han humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve, y no se derramará mi ira contra Jerusalén por mano de Sisac.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Cuando el Señor vio el cambio de actitud en ellos, le dio este mensaje a Semaías: «Puesto que el pueblo se ha humillado, no lo destruiré completamente y pronto le daré cierto alivio. No usaré a Sisac para derramar mi enojo sobre Jerusalén;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Cuando Yavé vio que se habían humillado, dirigió nuevamente su palabra a Semaías: 'Ustedes se han humillado y por esta razón no los destruiré, sino que dentro de poco les daré la salvación y no derramaré mi cólera sobre Jerusalén por mano de Sosaq.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Y cuando YHVH vio que se habían humillado, la palabra de YHVH fue a Semaías, diciendo: Se han humillado, por lo que no los destruiré, sino que les daré cierta escapatoria, y mi ira no se derramará contra Jerusalem por mano de Sisac.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Y cuando vio Jehová que se habían humillado, vino palabra de Jehová a Semaías, diciendo: Se han humillado; no los destruiré; sino que les daré alguna liberación y no se derramará mi ira contra Jerusalén por mano de Sisac.

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2 Crónicas 12:7
21 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Por haberme abandonado y por haber quemado incienso a dioses extraños, provocando así mi ira con todas las obras de sus manos, se ha encendido mi cólera contra este lugar y no se apagará'.


Y volcó sobre él su ardiente ira y la violencia de la guerra, que lo abrasó por todas partes, y no lo supo, le quemaba, y no le dio importancia.


beberá él también del vino del furor de Dios, vino puro, concentrado, en la copa de su ira. Será atormentado con fuego y azufre en presencia de los ángeles santos y en presencia del Cordero.


Por eso, así dice el Señor Yahveh: mirad que mi ira y mi furor se va a volcar en este lugar sobre los hombres y sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; y arderá sin apagarse'.


Pero reconoce tu culpa, pues contra Yahveh, tu Dios, te has rebelado, has prodigado tus andanzas con los extranjeros bajo todo árbol frondoso y no habéis escuchado mi voz -oráculo de Yahveh-.


Derrama tu furor sobre los pueblos que no te reconocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre,


Mas él, enternecido, cubría su pecado y no los destruía, reteniendo su ira muchas veces, no dejando avivar todo su enojo,


'Id a consultar a Yahveh por mí, por el resto de Israel y de Judá acerca de las palabras del libro que ha sido hallado, pues grande debe de ser la cólera de Yahveh que se ha encendido contra nosotros, porque nuestros padres no guardaron la palabra de Yahveh ni la pusieron por obra, conforme a todo lo que está escrito en este libro'.


Pero Yahveh tuvo piedad y misericordia de ellos y se volvió hacia ellos a causa de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob. Por eso no quiso destruirlos ni arrojarlos de su presencia hasta hoy.


Por haberse humillado, se apartó de él la cólera de Yahveh y no lo destruyó totalmente, pues aún había en Judá algunas cosas buenas.


'Por haberse conmovido tu corazón, y por haberte humillado tú ante la presencia de Dios al oír sus palabras contra este lugar y sus habitantes; por haberte humillado delante de mí y haber rasgado tus vestiduras y haber llorado en mi presencia, yo también te he escuchado. ¡Oráculo de Yahveh!


Pero Ezequías se humilló por haberse dejado dominar por la soberbia, y con él los habitantes de Jerusalén. Por eso no vino sobre ellos la cólera de Yahveh en los días de Ezequías.


Al verse en tales angustias, trató de aplacar a Yahveh, su Dios, y se humilló profundamente en presencia del Dios de sus padres.


Le suplicó, y Dios accedió, oyó su oración y le hizo volver a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Yahveh es Dios.


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