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1 Tesalonicenses 2:4 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 sino que, por haber sido Dios el que nos ha juzgado dignos de que se nos confiara el evangelio, así lo predicamos, no buscando el aplauso, no de los hombres, sino de Dios, que examina nuestros corazones.

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Biblia Reina Valera 1960

4 sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Pues hablamos como mensajeros aprobados por Dios, a quienes se les confió la Buena Noticia. Nuestro propósito es agradar a Dios, no a las personas. Solamente él examina las intenciones de nuestro corazón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Dios mismo nos ha examinado y nos ha encargado su evangelio, y por tanto nuestra predicación procura agradar, no a los hombres, sino a Dios, que penetra los corazones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 sino que, según hemos sido aprobados por Dios para que se nos confiara el evangelio, así hablamos; no como agradando a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 sino según fuimos aprobados por Dios para que se nos encargase el evangelio, así hablamos; no como los que agradan a los hombres, sino a Dios, el cual prueba nuestros corazones.

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1 Tesalonicenses 2:4
38 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¿Pretendo acaso ahora ganarme el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O intento agradar a los hombres? Si todavía tratara de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.


Pero aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el anhelo del Espíritu, porque éste intercede, según el querer de Dios, por los a él consagrados.


Al contrario, viendo que se me había confiado a mí la evangelización de los no circuncidados, como a Pedro la de los circuncisos


Guarda ese buen depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.


Si exploras mi interior, si me visitas en la noche, o si quieres probarme en el crisol, nada habrás de encontrar: la iniquidad no pasa por mi boca.


no les sirváis sólo para ser vistos, como quienes buscan el agrado de los hombres, sino como esclavos de Cristo, que hacen la voluntad de Dios con toda el alma.


y que, a su debido tiempo, manifestó su palabra mediante la proclamación que me fue encomendada por orden de Dios nuestro Salvador,


A mí, el menor de todo el pueblo santo, se me ha dado esta gracia: la de anunciar a los gentiles el Evangelio de la insondable riqueza de Cristo,


Al contrario, hemos renunciado a los encubrimientos vergonzantes y no procedemos con astucia ni falseamos la palabra de Dios, sino que, por el contrario, mediante la manifestación de la verdad nos recomendamos a nosotros mismos ante toda conciencia humana en la presencia de Dios.


grande en consejo y poderoso en apoyo, cuyos ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de Adán, para retribuir a cada uno según su conducta y según el fruto de sus obras.


Yo sé, oh Dios mío, que tú sondeas los corazones y amas la rectitud; por eso con rectitud de corazón te he ofrecido espontáneamente todo esto, y ahora veo con alegría que tu pueblo, aquí presente, te ofrece por su propia voluntad sus dones.


Porque si lo hiciera por propia iniciativa, tendría derecho a la paga; pero no hago más que cumplir un encargo.


Si, pues, no habéis sido fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará el verdadero bien?


La plata se acrisola y el oro se depura; pero es Yahveh quien sondea los corazones.


escucha desde el cielo, lugar de tu morada, y perdona y actúa y da a cada uno según su conducta, tu que conoces su corazón, porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres,


'Que Yahveh, el Dios que da vida a toda carne, proponga para que esté al frente de la comunidad a un hombre


A sus hijos los mataré sin remisión, y conocerán todas las Iglesias que soy yo quien escruta los corazones y las entrañas. Yo os daré a cada uno de vosotros según sus obras.


Nada creado está oculto a su presencia: todo está desnudo y patente a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.


Timoteo, guarda el depósito que se te ha confiado y evita los discursos vacíos y perniciosos y las contradicciones de la pretendida ciencia.


Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos en este mundo, no con un servicio hecho para ser vistos, como quien busca agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón, por el temor del Señor.


Sabiendo, pues, lo que es el temor del Señor, intentamos persuadir a los hombres, pues para Dios estamos al descubierto y espero estarlo también para vuestras conciencias.


Yo, Yahveh, escruto el corazón, sondeo las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus obras.


Si hubiéramos nosotros olvidado a nuestro Dios y elevado las manos hacia un dios extranjero


Y lo que escuchaste de mí en presencia de muchos testigos, deposítalo en hombres de confianza, que sean a su vez capaces de enseñar a otros.


Así que nosotros, desde ahora en adelante, a nadie conocemos por su condición puramente humana; y aunque hubiéramos conocido a Cristo por su condición puramente humana, ahora ya no lo conocemos así.


Con respecto a los solteros, no tengo precepto alguno del Señor, sino que doy mi parecer como digno de fe que soy, por la misericordia del Señor.


Por tercera vez le pregunta: 'Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?'. Pedro sintió pena cuando Jesús le dijo por tercera vez '¿me quieres?' y le respondió: 'Señor, tú lo sabes todo, tú conoces bien que te quiero'. Dícele Jesús: 'Apacienta mis ovejas.


El Señor contestó: '¿Quién es el administrador fiel y sensato a quien el señor pondrá al frente de sus criados, para darles la ración de trigo a su debido tiempo?


-Yahveh hace juicio a las naciones-. Hazme, Señor, justicia, según tu rectitud y conforme a mi inocencia.


Examíname, oh Dios, y reconoce mi interior, explórame y advierte mis desvelos.


Porque nosotros no somos como tantos que adulteran la palabra de Dios, sino que, con toda sinceridad, como enviados de Dios, hablamos ante Dios en Cristo.


El que predica, hágalo como quien profiere palabras de Dios; el que ejerce un ministerio, como quien tiene poder otorgado por Dios. Y así, en todas las cosas será Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.


El sacerdote Urías cumplió todo lo que le había mandado el rey Ajaz.


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