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1 Reyes 8:29 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 que tus ojos permanezcan abiertos día y noche sobre este templo, sobre este lugar del que dijiste: 'Allí estará mi nombre', y atiende la plegaria que tu siervo te dirige en este lugar.

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Biblia Reina Valera 1960

29 que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Que noche y día tus ojos estén sobre este templo, este lugar del cual tú has dicho: “Mi nombre estará allí”. Que siempre oigas las oraciones que elevo hacia este lugar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del cual has dicho: Allí habitará mi Nombre. Escucha la oración que hará tu servidor en este lugar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 a fin de que tu ojo esté abierto hacia esta Casa noche y día, hacia el lugar del cual has dicho: Allí estará mi Nombre; para escuchar la oración que tu siervo haga hacia este lugar.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

29 Que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga hacia este lugar.

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1 Reyes 8:29
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que tus ojos permanezcan abiertos día y noche sobre este templo, sobre este lugar del que dijiste: 'Allí estará mi nombre', y atiende la plegaria que tu siervo te dirige en este lugar.


Estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para escuchar la oración de tu siervo, la que al presente te dirijo día y noche ante tu presencia por los israelitas, tus siervos, confesando los pecados que los israelitas hemos cometido contra ti, pues también yo y la casa de mi padre hemos pecado.


'Desde el día en que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no elegí ciudad alguna entre todas las tribus de Israel para que se me edificara un templo donde estuviera mi nombre, sino que elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel!'.


entonces, llevaréis al lugar elegido por Yahveh, vuestro Dios, para que en él more su nombre, todo lo que ahora yo os prescribo: vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y las ofrendas balanceadas de vuestras manos, y todo lo más selecto de cuanto hayáis prometido con voto a Yahveh.


Inclina tu oído, Dios mío, y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras ruinas y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre; pues no te presentamos nuestras súplicas confiando en nuestras buenas obras sino en tus grandes misericordias.


pero, si os convertís a mí, guardáis mis mandamientos y los ponéis por obra, aun cuando vuestros desterrados estuvieran en el extremo del cielo, de allí los reuniré y los traeré al lugar que elegí para morada de mi nombre'.


Erigió también altares en el templo de Yahveh, del que Yahveh había dicho: 'En Jerusalén estará mi nombre por siempre'.


Por eso dijo Yahveh: 'También apartaré a Judá de mi presencia, como aparté a Israel, y rechazaré esta ciudad de Jerusalén que yo había escogido, y el templo del que yo había dicho: 'Allí estará mi nombre''.


Así, pues, el rey Darío firmó el documento con la prohibición.


Ellos la han habitado y han construido en ella un santuario a tu nombre, diciendo:


Porque los ojos de Yahveh recorren toda la tierra para fortalecer a los que se le entregan con entero corazón. Neciamente has procedido esta vez. Por eso desde ahora habrá guerras contra ti'.


Ahora pues, Dios mío, que tus ojos estén abiertos y tus oídos atentos a la oración que se haga en este lugar.


Colocó el ídolo de la aserá que se había fabricado en el templo del que Yahveh, había dicho a David y a Salomón, su hijo: 'En este templo, y en Jerusalén, la que yo escogí de entre todas las tribus de Israel, estableceré mi nombre para siempre.


Erigió también altares en el templo de Yahveh, del que Yahveh había dicho: 'Pondré mi nombre en Jerusalén'.


Inclina, oh Yahveh, tus oídos y escucha; abre, Yahveh, tus ojos y mira. Escucha las palabras que Senaquerib ha enviado para escarnio del Dios vivo.


A su hijo le quedará una tribu, para que mi siervo David tenga siempre ante mí una lámpara en Jerusalén, la ciudad que yo elegí para establecer en ella mi nombre.


Estén, pues, abiertos tus ojos a las súplicas de tu siervo y de tu pueblo Israel, para escucharlos siempre que te invoquen,


escúchalo tú desde el cielo, lugar de tu morada, y haz todo cuanto ese extranjero te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman, lo mismo que te teme tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado en este templo que acabo de edificar.


tomarás de las primicias de todos los frutos del suelo que coseches en la tierra que Yahveh, tu Dios, te va a dar, los meterás en una cesta e irás al lugar que Yahveh, tu Dios, haya elegido para que more en él su nombre.


sino en el lugar que Yahveh, tu Dios, habrá elegido para que more allí su nombre. Allí inmolarás la pascua, por la tarde, al ponerse el sol, a la hora en que saliste de Egipto.


Sacrificarás en honor de Yahveh, tu Dios, la víctima pascual del ganado menor y mayor, en el lugar que Yahveh haya elegido para que more allí su nombre.


Me levantarás un altar de tierra y ofrecerás en él tus holocaustos y sacrificios de comunión, tu ganado menor y mayor. En todo lugar donde yo conmemore mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.


Sámek. Alejado del mal, practica el bien, busca la paz y ve tras ella.


Además, colocó la imagen del ídolo que había fabricado en el templo de Dios, del que Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: 'En este templo, y en Jerusalén, la que yo escogí de entre todas las tribus de Israel, estableceré mi nombre para siempre.


Le dijo Yahveh: 'He escuchado la oración y la súplica que me has dirigido, por lo que he santificado este templo que acabas de construir y asentaré en él mi nombre para siempre, de suerte que mis ojos y mi corazón estarán siempre aquí.


Y tampoco arrancaré de él todo el reino, sino que dejaré a tu hijo una tribu, en atención a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que yo escogí'.


ante tu santo templo yo me postro y bendigo tu nombre, por tus mercedes y tu lealtad pues tus promesas superan tu renombre.


sino que frecuentaréis el lugar que Yahveh, vuestro Dios, elija entre todas vuestras tribus para poner en él su nombre y su morada; es allí adonde habrás de ir.


antes bien, los ofrecerás en el lugar que Yahveh haya elegido en una de tus tribus, y allí harás todo lo que yo te mando.


Roboán, hijo de Salomón, reinó en Judá. Tenía Roboán cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad elegida por Yahveh entre todas las tribus de Israel para poner en ella su nombre. Su madre se llamaba Naamá, y era amonita.


'Aquel día -oráculo de Yahveh- heriré de terror a todos los caballos, y de locura a sus jinetes. Sobre la casa de Judá tendré mis ojos abiertos. Pero heriré de ceguera los caballos de los pueblos.


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