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1 Reyes 22:36 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 A la puesta del sol se extendió por el campamento este grito: '¡Cada uno a su ciudad! ¡Cada uno a su tierra!'.

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Biblia Reina Valera 1960

36 Y a la puesta del sol salió un pregón por el campamento, diciendo: ¡Cada uno a su ciudad, y cada cual a su tierra!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 Justo cuando se ponía el sol, este clamor recorrió las filas israelitas: «¡Estamos perdidos! ¡Sálvese quien pueda!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 Al ponerse el sol, corrió la voz por el campamento: '¡Cada cual a su ciudad, cada cual vuelva a su tierra. El rey ha muerto!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 A la puesta del sol salió un pregón por el campamento, diciendo: ¡Cada uno a su ciudad! ¡Cada uno a su tierra!

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

36 Y a la puesta del sol salió un pregón por el campamento que decía: ¡Cada uno a su ciudad, y cada cual a su tierra!

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1 Reyes 22:36
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Judá fue derrotado por Israel, y cada cual huyó a su tienda.


Por su parte, el rey de Aram había dado esta orden a los treinta y dos jefes de sus carros: 'No ataquéis a ninguno, ni chico ni grande, sino sólo al rey de Israel'.


Respondió él: 'He visto a todo Israel disperso por los montes, como ovejas que no tienen pastor. Y Yahveh dijo: no tienen dueño; que cada cual vuelva en paz a su casa'.


'Así habla Yahveh: no subáis a combatir contra vuestros hermanos, los israelitas. Vuélvase cada uno a su casa, porque de mí proviene esto''. Obedecieron ellos la intimación de Yahveh y abandonaron la campaña, conforme a la palabra de Yahveh.


Todos los de Israel, viendo que el rey no los escuchaba, respondieron al rey con estas palabras: '¿Qué parte tenemos nosotros con David? ¡No tenemos heredad con el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel! ¡Mira ahora por tu casa, David!'. Y los de Israel se fueron a sus tiendas.


Ahora, pues, levántate, sal y habla al corazón de tus súbditos; porque juro por Yahveh, que, si no sales, nadie quedará contigo esta noche, y esto será para ti mayor desgracia que todas las que te han sobrevenido desde tu mocedad hasta ahora'.


Trabaron batalla los filisteos, los israelitas fueron derrotados y emprendieron la huida, cada uno a su tienda. La derrota fue muy grande: cayeron de Israel treinta mil soldados de a pie.


Los israelitas se fueron de allí cada uno a su tribu y a su familia; salieron de allí cada uno hacia su heredad.


Arreció el combate aquel día y el rey se mantuvo erguido en el carro frente a los arameos, hasta que murió al atardecer. La sangre de la herida corría hasta el fondo del carro.


Murió, pues, el rey y fue llevado a Samaría, donde le dieron sepultura.


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