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1 Reyes 11:36 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 A su hijo le quedará una tribu, para que mi siervo David tenga siempre ante mí una lámpara en Jerusalén, la ciudad que yo elegí para establecer en ella mi nombre.

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Biblia Reina Valera 1960

36 Y a su hijo daré una tribu, para que mi siervo David tenga lámpara todos los días delante de mí en Jerusalén, ciudad que yo me elegí para poner en ella mi nombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 Su hijo tendrá una tribu para que los descendientes de David, mi siervo, sigan reinando y, como una lámpara, brillen en Jerusalén, la ciudad que he escogido para que sea el lugar para mi nombre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 daré sin embargo una tribu a su hijo para que David mi servidor tenga siempre una lámpara delante de mí en Jerusalén, la ciudad que escogí para que en ella habitara mi Nombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 Y a su hijo le daré una tribu, para que mi siervo David tenga en él una lámpara delante de mí todos los días en Jerusalem, la ciudad que Yo me escogí para poner allí mi Nombre.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

36 Y a su hijo le daré una tribu, para que mi siervo David tenga una lámpara todos los días delante de mí en Jerusalén, la ciudad que yo he elegido para poner en ella mi nombre.

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1 Reyes 11:36
25 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

No obstante, Yahveh no quiso aniquilar a Judá, en atención a David, su siervo, puesto que le había prometido darle para siempre una lámpara, a él y a sus hijos.


No obstante, en atención a David, le concedió Yahveh, su Dios, una lámpara en Jerusalén al suscitarle un hijo que le sucediera y al mantener en pie a Jerusalén,


Y tampoco arrancaré de él todo el reino, sino que dejaré a tu hijo una tribu, en atención a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que yo escogí'.


Aquí haré florecer el poder de David y alumbraré la antorcha de mi ungido.


No obstante, Yahveh no quiso destruir la casa de David por causa de la alianza que había pactado con David, puesto que le había prometido darle para siempre una lámpara, a él y a sus hijos.


Pero Abisay, hijo de Servia, lo protegió, hirió al filisteo y le mató. Entonces los hombres de David lo conjuraron y le dijeron: 'No salgas más con nosotros al combate, para que no apagues la lámpara de Israel'.


Me llevó en espíritu a un monte grande y elevado y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, de parte de Dios.


Pero vosotros os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén de arriba, a millares de ángeles, a una reunión plena,


Sólo una tribu quedará para él, en atención a mi siervo David, y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel,


Le dijo Yahveh: 'He escuchado la oración y la súplica que me has dirigido, por lo que he santificado este templo que acabas de construir y asentaré en él mi nombre para siempre, de suerte que mis ojos y mi corazón estarán siempre aquí.


dígnate ahora bendecir la casa de tu siervo para que permanezca por siempre ante tu presencia, pues eres tú, mi Señor Yahveh, el que has hablado, y por tu bendición será bendita por siempre la casa de tu siervo'.


Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono quedará consolidado para siempre'.


Tú mantienes mi lámpara encendida, el Señor ilumina mis tinieblas.


Te tomaré, pues, a ti para que gobiernes conforme a tus deseos en calidad de rey de Israel.


No obstante, Roboán reinó sobre los israelitas que moraban en las ciudades de Judá.


Roboán, hijo de Salomón, reinó en Judá. Tenía Roboán cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad elegida por Yahveh entre todas las tribus de Israel para poner en ella su nombre. Su madre se llamaba Naamá, y era amonita.


Y así cumplirá Yahveh la palabra que me dio cuando me dijo: 'Si tus hijos siguen su camino para andar en mi presencia con fidelidad, con todo su corazón y toda su alma, no te faltará varón sobre el trono de Israel'.


que tus ojos permanezcan abiertos día y noche sobre este templo, sobre este lugar del que dijiste: 'Allí estará mi nombre', y atiende la plegaria que tu siervo te dirige en este lugar.


El rey Roboán se consolidó en Jerusalén y siguió reinando. Cuarenta y un años tenía Roboán cuando fue proclamado rey, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido Yahveh de entre todas las tribus de Israel para poner en ella su nombre. Su madre se llamaba Naamá y era amonita.


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