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Zacarías 8:9 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Así dice Jehová de los ejércitos: Fortaleced vuestras manos, vosotros los que oís en estos días estas palabras de la boca de los profetas, desde el día que se echó el cimiento de la casa de Jehová de los ejércitos, para edificar el templo.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Esfuércense vuestras manos, los que oís en estos días estas palabras de la boca de los profetas, desde el día que se echó el cimiento a la casa de Jehová de los ejércitos, para edificar el templo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 »El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ¡Sean fuertes y terminen la tarea! Desde que echaron los cimientos del templo del Señor de los Ejércitos Celestiales, ustedes han oído lo que los profetas han estado diciendo acerca de terminar el edificio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 No bajen sus manos desalentados, les dice Yavé de los Ejércitos. Recuerden lo que les fue dicho por los profetas en aquel día en que se puso la primera piedra para reconstruir el Santuario del Señor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Así dice YHVH Sebaot: Esfuércense vuestras manos, los que en estos días oís estas palabras de boca de los profetas, desde el día en que fueron puestos los cimientos a la Casa de YHVH Sebaot para reedificarla.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 'Así dice Yahveh Sebaot: cobrad ánimo, vosotros que en estos días oís las palabras pronunciadas por los profetas, desde el día en que se pusieron los cimientos de la casa de Yahveh Sebaot para la reconstrucción del templo'.

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Zacarías 8:9
18 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con venganza, con retribución; Dios mismo, Él vendrá y os salvará.


Habla a Zorobabel, gobernador de Judá, diciendo: Yo haré temblar los cielos y la tierra;


Entonces serás prosperado, si cuidares de cumplir los estatutos y juicios que Jehová ordenó a Moisés acerca de Israel: esfuérzate y sé valiente; no temas ni desmayes.


Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.


Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fortaleza.


Y vino a mí la palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo:


Y será que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré, y seréis bendición. No temáis, mas esfuércense vuestras manos.


Y oyó Zorobabel, hijo de Salatiel, y Josué, hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como lo había enviado Jehová su Dios; y temió el pueblo delante de Jehová.


En el año segundo del rey Darío en el mes sexto, en el primer día del mes, vino la palabra de Jehová, por medio del profeta Hageo, a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Josadac, el sumo sacerdote, diciendo:


Dijo más David a Salomón su hijo: Esfuérzate y sé valiente, y ponlo por obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; Él no te dejará, ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová.


Este libro de la ley nunca se apartará de tu boca; sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.


Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.


Y los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta Hageo, y de Zacarías, hijo de Iddo. Edificaron, pues, y acabaron, conforme al mandamiento del Dios de Israel, y por mandato de Ciro y de Darío, y de Artajerjes, rey de Persia.


Considerad, pues, ahora en vuestro corazón desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; consideradlo.


Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos; que recompensa hay para vuestra obra.


Fortaleced las manos cansadas, corroborad las rodillas endebles.


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