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Proverbios 19:10 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 No conviene al necio el deleite: ¡Cuánto menos al siervo gobernar a los príncipes!

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Biblia Reina Valera 1960

10 No conviene al necio el deleite; ¡Cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 ¡No es correcto que un necio viva rodeado de lujos ni que un esclavo gobierne sobre príncipes!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 No conviene que un tonto viva en el lujo, y menos aún que un esclavo mande a los príncipes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 El lujo no conviene al insensato, ¡Cuánto menos al siervo tener dominio sobre príncipes!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 No le cuadra al necio la vida regalada: y menos aún al siervo dominar a los señores.

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Proverbios 19:10
17 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Como la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, así no conviene al necio la honra.


Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.


Y en el infierno alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio a Abraham de lejos, y a Lázaro en su seno.


Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.


No te alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo como los otros pueblos, pues te has prostituido apartándote de tu Dios; amaste salario por todas las eras de trigo.


Y el pueblo sufrirá opresión, los unos de los otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el noble.


Y salieron los correos de prisa por mandato del rey, y el edicto fue dado en Susán capital del reino. Y el rey y Amán se sentaron a beber, y la ciudad de Susán estaba conmovida.


Y yo soy débil hoy, aunque ungido rey; y estos hombres, los hijos de Sarvia, son muy duros para mí; Jehová dé el pago al que mal hace, conforme a su maldad.


Y Abigail regresó a Nabal, y he aquí que él tenía un banquete en su casa, como el banquete de un rey; y el corazón de Nabal estaba alegre en él, y estaba muy borracho, por lo que ella no le declaró poco ni mucho, hasta que vino el día siguiente.


No conviene al necio la palabra elocuente: ¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!


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