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Miqueas 2:8 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 El que ayer era mi pueblo, se ha levantado como enemigo; tras las vestiduras quitasteis las capas atrevidamente a los que pasaban, como los que vuelven de la guerra.

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Biblia Reina Valera 1960

8 El que ayer era mi pueblo, se ha levantado como enemigo; de sobre el vestido quitasteis las capas atrevidamente a los que pasaban, como adversarios de guerra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Sin embargo, hasta este mismo instante mi pueblo se rebela contra mí, ¡como un enemigo! Les roban hasta la camisa a los que confiaban en ustedes y los dejan tan andrajosos como hombres que regresan de la guerra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Pero son ustedes los enemigos de mi pueblo, pues le quitan su manta al hombre bueno y hacen la guerra al que vive tranquilo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Antaño, mi pueblo se alzaba contra el enemigo, Hoy arrancáis el manto y el vestido al que transita confiado, Al que no viene en son de guerra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Pero vosotros os alzáis como enemigos contra mi pueblo: arrebatáis el manto al pacífico, a todo el que pasa confiado cuando vuelve de la guerra.

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Miqueas 2:8
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Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Con todo esto no ha cesado su furor, pero su mano todavía está extendida.


Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él; quebró su pacto.


Yo soy de las pacíficas y fieles de Israel; y tú procuras destruir una ciudad que es madre en Israel: ¿Por qué destruyes la heredad de Jehová?


Mi heredad es para mí como león en la selva; rugió contra mí; por tanto, la aborrecí.


A vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo, que les arrancáis su piel y su carne de sobre sus huesos;


que coméis asimismo la carne de mi pueblo, y les desolláis su piel de sobre ellos y les quebráis sus huesos, y los hacéis pedazos como para la olla, y como carne en caldero.


Pereció el hombre bueno de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres: todos acechan por sangre; cada uno caza a su hermano con red.


Para completar la maldad con ambas manos, el príncipe demanda, y el juez juzga por recompensa; el grande habla el antojo de su alma, y lo confirman.


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