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Malaquías 1:9 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Ahora pues, os pido, rogad que Dios tenga piedad de nosotros (esto de vuestra mano vino). ¿Le seréis agradables? dice Jehová de los ejércitos.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 «¡Adelante, supliquen a Dios que sea misericordioso con ustedes! Pero cuando llevan esa clase de ofrendas a él, ¿por qué debería tratarlos bien?», pregunta el Señor de los Ejércitos Celestiales.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Así es como ustedes piden a Dios sus favores. Pero, ¿creen ustedes que los atenderá?

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 ¡Ahora pues, implorad el favor de ’El,° para que tenga compasión de nosotros! Pues si de vuestra mano procede todo esto, ¿cómo lo habréis de aplacar?, dice YHVH Sebaot.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Ahora, pues, invocad a Dios, para que se apiade de nosotros. Con tal don de vuestras manos, ¿concederá su favor a alguno de vosotros? -dice Yahveh Sebaot-.

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Malaquías 1:9
15 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Y si invocáis al Padre, que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;


Y si ellos son profetas, y si está con ellos la palabra de Jehová, oren ahora a Jehová de los ejércitos, que los vasos que han quedado en la casa de Jehová y en la casa del rey de Judá y en Jerusalén, no vayan a Babilonia.


Entonces Moisés oró a la faz de Jehová su Dios, y dijo: Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran fortaleza, y con mano fuerte?


Porque no hay acepción de personas para con Dios.


Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a este oye.


¿Acaso lo mataron Ezequías, rey de Judá, y todo Judá? ¿No temió él a Jehová, y oró en presencia de Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos? ¿Haremos pues nosotros tan grande mal contra nuestras almas?


Entre la entrada y el altar, lloren los sacerdotes, ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no pongas en oprobio tu heredad, para que las gentes se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?


Levántate, da voces en la noche, en el principio de las vigilias; derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza tus manos hacia Él por la vida de tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.


Después, levantándose los sacerdotes y los levitas, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, hasta el cielo.


Por eso pues, ahora, dice Jehová: Convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.


Aunque me ofrezcáis holocaustos y vuestros presentes, no los aceptaré; ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados.


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