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Lamentaciones 4:10 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Las manos de las mujeres piadosas cocieron a sus propios hijos; les sirvieron de comida en el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Las manos de mujeres piadosas cocieron a sus hijos; Sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Mujeres de buen corazón han cocinado a sus propios hijos; los comieron para sobrevivir el sitio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Las mismas manos de tiernas mujeres cocieron a sus hijos, los sirvieron como comida en la ruina de la Hija de mi pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 y Manos de mujeres compasivas cocinaron a sus propios hijos: Les sirvieron de comida en la gran calamidad de la hija de mi pueblo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Yod. Manos de mujeres delicadas pusieron a cocer sus propios hijos, y éstos fueron su alimento en el desastre de la hija de mi pueblo.

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Lamentaciones 4:10
12 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Mira, oh Jehová, y considera a quién has hecho así. ¿Han de comer las mujeres su fruto, los pequeñitos de sus crías? ¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?


¿Se olvidará la mujer de su niño de pecho, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque se olviden ellas, yo no me olvidaré de ti.


Y les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas; y cada uno comerá la carne de su amigo, en el cerco y en el apuro con que los estrecharán sus enemigos y los que buscan sus vidas.


Por eso los padres se comerán a sus hijos en medio de ti, y los hijos se comerán a sus padres; y ejecutaré en ti juicios, y a todo tu remanente esparciré a todos los vientos.


Aun los monstruos marinos sacan la teta, y amamantan a sus chiquitos: La hija de mi pueblo se ha vuelto cruel, como los avestruces en el desierto.


Ríos de aguas derraman mis ojos, por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.


Y comeréis las carnes de vuestros hijos, y comeréis las carnes de vuestras hijas:


A los nueve días del cuarto mes prevaleció el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan para el pueblo de la tierra.


Mis ojos desfallecieron de lágrimas, se conmovieron mis entrañas, mi hígado se derramó por tierra por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo, cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.


Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos no son muertos a espada, ni muertos en guerra.


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