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Lamentaciones 2:10 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Se sentaron en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sión; echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio; las vírgenes de Jerusalén bajaron sus cabezas a tierra.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Se sentaron en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sion; Echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio; Las vírgenes de Jerusalén bajaron sus cabezas a tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Los líderes de la bella Jerusalén se sientan en el suelo en silencio; están vestidos de tela áspera y se echan polvo sobre la cabeza. Las jóvenes de Jerusalén bajan la cabeza avergonzadas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Los ancianos de la Hija de Sión, en silencio, están sentados en tierra; se echaron ceniza en la cabeza, se vistieron de saco. Las jóvenes de Jerusalén inclinan hasta el suelo la cabeza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 y Sentados en tierra, guardan silencio los ancianos de Sión, Ceñidos de cilicio, echan polvo sobre sus cabezas. Humillan hasta el suelo su cabeza las doncellas de Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Yod. En tierra están, sentados y mudos, los ancianos de la hija de Sión; echaron ceniza sobre sus cabezas, se ciñeron de saco; bajaron la cabeza hasta el suelo las doncellas de Jerusalén.

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Lamentaciones 2:10
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Sus puertas lamentarán y se enlutarán, y ella, desolada, se sentará en tierra.


Se ceñirán de cilicio en sus plazas; en sus terrados y en sus calles aullarán todos, deshechos en llanto.


Y los cantores del templo aullarán en aquel día, dice el Señor Jehová; muchos serán los cuerpos muertos; en todo lugar serán echados en silencio.


Se ceñirán también de cilicio, y los cubrirá el terror; en todo rostro habrá vergüenza, y todas sus cabezas estarán rapadas.


Que se siente solo y calle porque es Él quien se lo impuso.


Las calzadas de Sión tienen luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes; todas sus puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen, sus vírgenes afligidas, y ella tiene amargura.


¡Cómo está sentada sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda; La princesa entre las provincias es hecha tributaria.


Desciende y siéntate en el polvo, oh virgen, hija de Babilonia, siéntate en la tierra; no hay trono, oh hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán tierna y delicada.


Entonces Josué rompió sus vestiduras, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta la tarde, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas.


Y echaron polvo sobre sus cabezas; y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran ciudad, en la cual todos los que tenían navíos en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; porque en una hora ha sido desolada!


En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed.


Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo.


Llora tú como virgen vestida de cilicio por el marido de su juventud.


Y se raparán la cabeza por causa de ti, y se ceñirán con cilicio, y llorarán por ti con amargura de corazón y amargo duelo.


Los ancianos cesaron de la puerta, los jóvenes de sus canciones.


Príncipes han sido colgados por su mano; no respetaron el rostro de los viejos.


La ira de Jehová los dividió, no los mirará más: No respetaron la faz de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los ancianos.


Los que comían delicadamente, asolados fueron en las calles; los que se criaron entre púrpura, abrazaron los muladares.


¿Por qué nos quedamos sentados? Congregaos, y entremos en las ciudades fortificadas, y allí reposaremos; pues Jehová nuestro Dios nos ha hecho callar, y nos ha dado a beber aguas de hiel, porque hemos pecado contra Jehová.


Siéntate en silencio, y entra en tinieblas, oh hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán: La señora de reinos.


Entonces Eliaquim, hijo del mayordomo Hilcías, el escriba Sebna, y Joah, hijo de Asaf el cronista, vinieron a Ezequías rasgadas sus vestiduras, y le contaron las palabras del Rabsaces.


Entonces Tamar tomó ceniza, y la esparció sobre su cabeza, y rasgó su vestido de colores que llevaba puesto, y puesta su mano sobre su cabeza, se fue gritando.


Y será que en lugar de perfume aromático vendrá hediondez; y cuerda en vez de cinturón; y calvez en lugar de la compostura del cabello; y en lugar de ropa de gala ceñimiento de cilicio; y quemadura en vez de hermosura.


Y harán oír su voz sobre ti, y gritarán amargamente, y echarán polvo sobre sus cabezas, y se revolcarán en la ceniza.


Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, y echó de sí su vestidura, y se cubrió de cilicio, y se sentó sobre ceniza.


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