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Job 7:11 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 Por tanto, yo no refrenaré mi boca; hablaré en la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Por tanto, no refrenaré mi boca; Hablaré en la angustia de mi espíritu, Y me quejaré con la amargura de mi alma.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 »No puedo evitar hablar; debo expresar mi angustia. Mi alma llena de amargura debe quejarse.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Por eso, no quiero callarme sino que expresaré la angustia de mi espíritu y haré que escuchen la pena de mi alma.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Por tanto, no refrenaré mi boca, Hablaré en la angustia de mi espíritu, Me quejaré en la amargura de mi alma.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Por eso no retendré mis palabras, hablaré en la angustia de mi espíritu, me quejaré en la amargura de mi alma:

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Job 7:11
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He predicado justicia en la gran congregación; he aquí no he refrenado mis labios, oh Jehová, tú lo sabes.


Mi alma está hastiada de mi vida: Daré yo rienda suelta a mi queja sobre mí, hablaré en la amargura de mi alma.


ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.


He aquí amargura grande me sobrevino en la paz; pero por amor a mi alma tú la libraste del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados.


¿Qué diré? El que me lo dijo, Él mismo lo ha hecho. Andaré humildemente en la amargura de mi alma, todos mis años.


Y este otro morirá en amargura de alma, y sin haber comido jamás con gusto.


Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas; no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande amor tengo para con vosotros.


Y estando en agonía, oraba más intensamente; y fue su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.


Si hablo, mi dolor no cesa; y si dejo de hablar, no se aparta de mí.


Callaos, dejadme y hablaré yo, y que venga sobre mí lo que viniere.


Si fuere malo, ¡ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza. Estoy hastiado de afrenta, por tanto, mira tú mi aflicción.


¿Pensáis reprender las palabras, y los discursos de un desesperado, que son como el viento?


Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, que vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le oímos: por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.


Ardía mi corazón dentro de mí; mientras meditaba se encendió el fuego: entonces dije con mi lengua:


Si digo: Olvidaré mi queja, dejaré mi triste semblante y me esforzaré;


Hoy también hablaré con amargura; porque es más grave mi llaga que mi gemido.


Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad; pues esta escogiste más bien que la aflicción.


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