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Jeremías 4:30 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

30 Y tú, asolada, ¿qué harás? Aunque te vistas de grana, aunque te adornes con atavíos de oro, aunque pintes con antimonio tus ojos, en vano te engalanas; te menospreciaron tus amantes, buscarán tu vida.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Y tú, destruida, ¿qué harás? Aunque te vistas de grana, aunque te adornes con atavíos de oro, aunque pintes con antimonio tus ojos, en vano te engalanas; te menospreciarán tus amantes, buscarán tu vida.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 ¿Qué es lo que haces, tú que has sido saqueado? ¿Por qué te vistes de ropas hermosas y te pones joyas de oro? ¿Por qué te resaltas los ojos con rímel? ¡Arreglarte así de nada te servirá! Los aliados que fueron tus amantes te desprecian y buscan tu muerte.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Y tú, la devastada, ¿qué vas a hacer? Aunque te pongas vestidos de púrpura, te adornes con joyas de oro y te pintes con lápiz los ojos, en vano te estás haciendo bonita, pues no les interesa a tus amantes y sólo buscan quitarte la vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Y una vez° desolada, ¿qué harás tú? Aunque te vistas de escarlata, Aunque te engalanes con adornos de oro, Aunque te pintes los ojos con antimonio,° En vano querrás embellecerte: Tus amantes te desprecian; buscan tu vida.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Y tú, la devastada, ¿qué haces, que te vistes de púrpura que te adornas con adornos de oro, que te pintas ojos rasgados? En vano te acicalas: los amantes te desprecian es tu vida lo que buscan.

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Jeremías 4:30
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Vino después Jehú a Jezreel: y cuando Jezabel lo oyó, adornó sus ojos y atavió su cabeza, y se asomó por una ventana.


Llamé a mis amantes, pero ellos me han engañado; Mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron, cuando buscaban comida para sí con que entretener su vida.


Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas están en sus mejillas; no tiene quien la consuele de entre todos sus amantes; todos sus amigos la traicionaron, se le volvieron enemigos.


¿Y qué haréis en el día de la visitación, y en la desolación que vendrá de lejos? ¿A quién acudiréis en busca de ayuda? ¿Y dónde dejaréis vuestra gloria?


En Edén, en el huerto de Dios estuviste; toda piedra preciosa fue tu vestidura; el sardio, el topacio, el diamante, el berilo, el ónice, el jaspe, el zafiro, la esmeralda, el carbunclo y el oro; los primores de tus tamboriles y flautas fueron preparados en ti el día que fuiste creado.


¿Qué dirás cuando Él te castigue? Porque tú los enseñaste a ser capitanes y cabeza sobre ti. ¿No te tomarán dolores como a mujer que está de parto?


Y dirá en aquel día el morador de esta isla: ¡Mirad cuál es nuestra esperanza, a dónde acudimos por ayuda para ser libres de la presencia del rey de Asiria! ¿Y cómo escaparemos nosotros?


Estos tienen un mismo propósito, y darán su poder y autoridad a la bestia.


Y la mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas, y tenía en su mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación;


con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los que moran en la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.


¿cómo escaparemos nosotros, si tuviéremos en poco una salvación tan grande? La cual, habiendo sido publicada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que le oyeron;


¿Hablarás delante del que te mate, diciendo: Yo soy Dios? Tú, hombre eres, y no Dios, en la mano de tu matador.


Aun han desfallecido nuestros ojos tras nuestro vano socorro: En nuestra esperanza aguardamos a una nación que no puede salvar.


los profetas profetizan mentira, y los sacerdotes gobiernan por su propia mano; y mi pueblo así lo quiere. ¿Qué, pues, haréis al final de esto?


Los pecadores se aterraron en Sión, espanto sorprendió a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas?


No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos:


Y he aquí, una mujer le sale al encuentro, con atavío de ramera y astuta de corazón,


Oh habitante del Líbano, que haces tu nido en los cedros: ¡Cómo gemirás cuando te vengan los dolores, dolores como de mujer que está de parto!


Todos tus amantes te olvidaron; no te buscan; porque con herida de enemigo te herí, con azote de cruel, a causa de la muchedumbre de tu maldad, y de la multitud de tus pecados.


Hasta el término te hicieron llegar todos tus aliados; aquellos que estaban en paz contigo te han engañado, y prevalecieron contra ti; los que comían tu pan, pusieron el lazo debajo de ti; no hay en él entendimiento.


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