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Jeremías 32:10 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Y escribí la carta, y la sellé, y tomé testigos, y pesé el dinero en la balanza.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Y escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos, y pesé el dinero en balanza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Firmé y sellé la escritura de compra delante de testigos, pesé la plata y le pagué.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Después hice la escritura de compra y la sellé, busqué unos testigos y pesé la plata en una balanza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Y escribí el contrato, lo sellé, lo hice certificar con testigos, y le pesé el dinero en balanza.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Escribí el documento, lo sellé, requerí testigos y pesé el dinero en la balanza.

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Jeremías 32:10
23 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Heredades comprarán por dinero, y harán carta, y la sellarán, y pondrán testigos, en tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén, y en las ciudades de Judá; y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades del valle, y en las ciudades del Neguev; porque yo haré volver su cautividad, dice Jehová.


Y di la carta de venta a Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel, hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito en la carta de venta, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel.


Y tú, oh Señor Jehová me has dicho: Cómprate la heredad por dinero, y pon testigos; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos.


Uno dirá: Yo soy de Jehová; y el otro se llamará del nombre de Jacob; y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel.


Sellada está en saco mi transgresión, y tienes cosida mi iniquidad.


¿No tengo yo esto guardado conmigo, sellado en mis tesoros?


Y les fue mandado que no hiciesen daño a la hierba de la tierra, ni a ninguna cosa verde, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tienen el sello de Dios en sus frentes.


Y vi otro ángel que subía de donde nace el sol, teniendo el sello del Dios viviente. Y clamó con gran voz a los cuatro ángeles, a los cuales era dado hacer daño a la tierra y al mar,


Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención.


En el cual también confiasteis vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación; en quien también, desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,


el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.


Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a Éste señaló Dios el Padre.


El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz.


Y la visión de la tarde y la mañana que está dicha, es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días.


Ve, pues, ahora, y escríbelo en una tabla delante de ellos, y anótalo en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre.


Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte como la muerte es el amor; duros como el sepulcro los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.


Fueron pues aquellos varones y pasearon la tierra, delineándola por ciudades en siete partes en un libro, y volvieron a Josué al campamento en Silo.


Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra, y poniendo guardia.


Entonces Abraham se convino con Efrón, y pesó Abraham a Efrón la plata que había dicho, oyéndolo los hijos de Het, cuatrocientos siclos de plata, de buena ley entre mercaderes.


Así Abraham adquirió de los hijos de Het el campo y la cueva que había en él, como una propiedad para sepultura.


Y Boaz subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente redentor del cual Boaz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino, y se sentó.


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