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Hechos 9:6 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

6 Y él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Ahora levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Pero levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que tienes que hacer.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Pero levántate, entra en la ciudad y te dirán lo que has de hacer'.

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Hechos 9:6
33 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.


Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti,


Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación, con temor y temblor,


También Isaías dice osadamente: Fui hallado de los que no me buscaban: Me manifesté a los que no preguntaban por mí.


Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer su propia justicia, no se han sujetado a la justicia de Dios.


Y antes yo vivía sin ley, pero cuando vino el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.


Y la ley entró para que el pecado abundase; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;


Envía, pues, a Jope, y haz venir a un Simón, que tiene por sobrenombre Pedro; este posa en casa de Simón, curtidor, junto al mar; el cual cuando venga, te hablará.


Y ellos dijeron: Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y de buen testimonio en toda la nación de los judíos, fue avisado de Dios por un santo Ángel, de hacerte venir a su casa, y oír de ti palabras.


Este posa en casa de cierto Simón, curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que debes hacer.


Y al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?


Y la gente le preguntaba, diciendo: ¿Qué, pues, haremos?


Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.


Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas.


Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas llegaron a ser, dice Jehová; pero a este hombre miraré; al que es pobre y contrito de espíritu, y que tiembla a mi palabra.


He visto sus caminos, y lo sanaré; y lo guiaré y le daré consuelo, a él y a sus enlutados.


Bienaventurado el hombre a quien tú, oh Jehová, corriges, y en tu ley lo instruyes;


¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que debe escoger.


Y cuando Saúl vio el campamento de los filisteos, temió, y se turbó su corazón en gran manera.


Mas Él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.


Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te diga.


Y me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.


Y vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo.


Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra los aguijones.


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