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Hechos 27:1 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Y cuando fue determinado que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Cuando llegó el tiempo, zarpamos hacia Italia. A Pablo y a varios prisioneros más los pusieron bajo la custodia de un oficial romano llamado Julio, un capitán del regimiento imperial.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Cuando se decidió que nos debíamos embarcar rumbo a Italia, Pablo y otros prisioneros fueron entregados a un tal Julio, capitán del batallón Augusto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Cuando se decidió que zarpáramos° hacia Italia, entregaron° a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la cohorte imperial.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Cuando se decidió que nos embarcáramos para Italia, pusieron a Pablo y a otros cuantos presos bajo la custodia de un centurión, por nombre Julio, de la cohorte Augusta.

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Hechos 27:1
29 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

pero yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y como él mismo apeló a Augusto, he determinado enviarle a él.


Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: A César has apelado; a César irás.


Y había un varón en Cesarea llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana,


Pero el centurión creía más al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía.


Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que recién había venido de Italia con Priscila su esposa (porque Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma), y vino a ellos.


Saludad a todos a los que os dirigen, y a todos los santos. Los de Italia os saludan.


Y cuando llegamos a Roma, el centurión entregó los presos al capitán de la guardia, mas a Pablo le fue permitido estar aparte, con un soldado que le custodiase.


Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, estorbó este acuerdo, y mandó que los que pudiesen nadar, fuesen los primeros en echarse al mar, y saliesen a tierra;


Y hallando allí el centurión una nave de Alejandría que navegaba a Italia, nos embarcó en ella.


Y le ordenó a un centurión que guardara a Pablo y le permitiera tener libertad, y que no le prohibiera a ninguno de sus conocidos servirle o venir a él.


Y Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a este joven al tribuno, porque tiene algo que decirle.


Y a la noche siguiente, se le presentó el Señor, y le dijo: Ten ánimo, Pablo; pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.


Y cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: Mira bien qué vas a hacer; porque este hombre es romano.


Este, de inmediato tomó soldados y centuriones, y bajó corriendo hacia ellos. Y cuando ellos vieron al tribuno y a los soldados, cesaron de golpear a Pablo.


Y pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma.


Y cuando él vio la visión, inmediatamente procuramos ir a Macedonia, dando por cierto que el Señor nos llamaba para que les predicásemos el evangelio.


Y ellos dijeron: Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y de buen testimonio en toda la nación de los judíos, fue avisado de Dios por un santo Ángel, de hacerte venir a su casa, y oír de ti palabras.


Y cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.


Y el siervo de un centurión, a quien este tenía en estima, estaba enfermo y a punto de morir.


Y el centurión y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente Éste era el Hijo de Dios.


Y todos los moradores de la tierra son estimados como nada, y Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien estorbe su mano y le diga: ¿Qué haces?


Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.


Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá.


Ciertamente la ira del hombre te alabará: Tú reprimirás el resto de las iras.


El consejo de Jehová permanece para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.


Vosotros pensasteis mal contra mí, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.


Y ya a salvo, entonces supieron que la isla se llamaba Melita.


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