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Ezequiel 8:11 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán estaba en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una espesa nube de incienso.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Allí había de pie setenta líderes de Israel y en el centro estaba Jaazanías, hijo de Safán. Todos tenían en la mano un recipiente para quemar incienso y de cada recipiente se elevaba una nube de incienso por encima de sus cabezas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Había allí setenta hombres, cada uno con su incensario en la mano, y el humo del incienso se elevaba. Eran los ancianos de Israel y entre ellos reconocí a Jeconías, hijo de Safán.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y delante de ellos estaban de pie setenta varones de los ancianos de Israel, con Jaazanías ben Safán, en medio de ellos, cada uno con su incensario en la mano, y una espesa nube de incienso iba subiendo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Y setenta de los ancianos de la casa de Israel, entre los cuales se encontraba Yazanías, hijo de Safán, estaban de pie ante ellos, cada uno con su incensario en la mano, mientras ascendía el perfume de una nube de incienso.

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Ezequiel 8:11
31 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Y salió fuego de Jehová, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso.


Y tomad cada uno su incensario, y poned incienso en ellos, y acercaos delante de Jehová cada uno con su incensario; doscientos cincuenta incensarios; tú también, y Aarón, cada uno con su incensario.


Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme a setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos al tabernáculo de la congregación, y esperen allí contigo.


Así dice Jehová: Ve, y compra una vasija de barro de alfarero, y lleva contigo de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes;


Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y fue que, cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.


Y dijo a Moisés: Sube ante Jehová, tú, y Aarón, Nadab, y Abiú y setenta de los ancianos de Israel; y adoraréis desde lejos.


Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes, y de nuestros padres; porque contra ti pecamos.


Entonces Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías en la casa de Jehová, en la cámara de Gemarías, hijo de Safán, el escriba, en el atrio de arriba, a la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová, a oídos del pueblo.


por mano de Elasa, hijo de Safán, y de Gemarías, hijo de Hilcías, los cuales envió Sedequías, rey de Judá a Babilonia, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, diciendo:


Pero la mano de Ahicam, hijo de Safán, era con Jeremías, para que no lo entregasen en las manos del pueblo para matarlo.


¿Seguiréis hurtando, matando, adulterando, jurando falsamente, y quemando incienso a Baal, y andando tras dioses ajenos que no conocisteis?


Me iré a los grandes, y les hablaré; porque ellos conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios. Pero ellos también quebraron el yugo y rompieron las coyundas.


y mandó a Hilcías y a Ahicam, hijo de Safán, y a Abdón, hijo de Micaías, y a Safán, el escriba, y a Asaías, siervo del rey, diciendo:


Y Uzías, que tenía en su mano un incensario para quemar incienso, se llenó de ira; y en esta su ira contra los sacerdotes, la lepra le salió en la frente delante de los sacerdotes en la casa de Jehová, junto al altar del incienso.


Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso.


Y el pueblo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dejado en la tierra de Judá, puso sobre ellos a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán.


Entonces Hilcías el sacerdote, y Ahicam y Acbor y Safán y Asaías, fueron a la profetisa Hulda, esposa de Salum, hijo de Ticva, hijo de Araas, guarda de las vestimentas, la cual moraba en Jerusalén, en el colegio, y hablaron con ella.


Luego mandó el rey a Hilcías el sacerdote, y a Ahicam, hijo de Safán, y a Acbor, hijo de Micaías, y a Safán el escriba, y a Asaías, siervo del rey, diciendo:


Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías a Safán, el escriba: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.


Y aconteció que a los dieciocho años del rey Josías, el rey envió a Safán, hijo de Azalías, hijo de Mesulam, el escriba, a la casa de Jehová, diciendo:


Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel;


Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, y los envió de dos en dos delante de su faz, a toda ciudad y lugar a donde Él había de venir.


una cuchara de oro de diez siclos, llena de incienso;


El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en la casa.


¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las plazas de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes, y el pueblo de la tierra?


Y el rey de Babilonia los hirió, y los mató en Ribla en tierra de Hamat. Así fue Judá trasportado de su tierra.


Así que entré y miré, y he aquí toda especie de reptiles, y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en el muro alrededor.


Y aconteció en el año séptimo, en el mes quinto, a los diez días del mes, que vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Jehová, y se sentaron delante de mí.


Porque me dejaron, e hicieron extraño este lugar, y ofrecieron en él perfumes a dioses ajenos, los cuales ellos no habían conocido, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y llenaron este lugar de sangre de inocentes.


Y el rey Joacim envió hombres a Egipto, a Elnatán, hijo de Acbor, y a otros hombres con él, a Egipto;


Matad viejos, jóvenes y doncellas, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero no toquéis a ninguno sobre quien esté la señal; y habéis de comenzar desde mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.


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