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Ezequiel 11:1 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Y el Espíritu me levantó y me metió por la puerta oriental de la casa de Jehová, la cual mira hacia el oriente: y he aquí a la entrada de la puerta veinticinco varones, entre los cuales vi a Jaazanías hijo de Azur, y a Pelatías hijo de Benaía, príncipes del pueblo.

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Biblia Reina Valera 1960

1 El Espíritu me elevó, y me llevó por la puerta oriental de la casa de Jehová, la cual mira hacia el oriente; y he aquí a la entrada de la puerta veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jaazanías hijo de Azur y a Pelatías hijo de Benaía, principales del pueblo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Luego el Espíritu me levantó y me llevó a la entrada oriental del templo del Señor, donde vi a veinticinco hombres prominentes de la ciudad. Entre ellos estaban Jaazanías, hijo de Azur, y Pelatías, hijo de Benaía, quienes eran líderes del pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 En seguida el Espíritu me llevó a la puerta de la Casa de Yavé que mira al este. A la entrada de la puerta había veinticinco hombres entre los cuales divisé a Jezanías, hijo de Azur y a Peltía, hijo de Banaías, jefes del pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Me arrebató el espíritu, y en volandas me llevó a la puerta oriental de la Casa de YHVH (la que mira hacia el levante); y allí, junto a la puerta, había veinticinco varones, entre los que distinguí a Jaazanías ben Azur, y a Pelatías ben Benaía, príncipes del pueblo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 El espíritu me elevó y me llevó a la puerta oriental del templo de Yahveh, la que mira a oriente. Y vi que a la entrada de la puerta había veinticinco hombres, entre los cuales vi a Yazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benaías, jefes del pueblo.

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Ezequiel 11:1
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Enseguida me levantó el Espíritu, y me llevó en visión del Espíritu de Dios a Caldea, a los de la cautividad. Y se fue de mí la visión que había visto.


Y aconteció que mientras yo profetizaba, Pelatías hijo de Benaía murió. Entonces caí sobre mi rostro, y clamé con grande voz, y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Habrás de exterminar al remanente de Israel?


Y me metió en el atrio de adentro de la casa de Jehová: y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente.


Y aquella semejanza extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, que provoca a celos.


Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu; pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí.


Entonces el Espíritu me levantó, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.


Yo fui en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta,


Y cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y gozoso, siguió su camino.


Los príncipes de Judá fueron como los que traspasan los linderos; derramaré sobre ellos como agua mi ira.


Después me llevó al templo y midió los postes, siendo de seis codos de ancho por un lado y de seis codos de ancho por el otro lado, que era la anchura del tabernáculo.


La mano de Jehová fue sobre mí, y me sacó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio del valle que estaba lleno de huesos.


Sus príncipes en medio de ella como lobos que arrebataban presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancia deshonesta.


Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante de mis ojos: cuando ellos salieron, también las ruedas al lado de ellos; y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba arriba sobre ellos.


Tus príncipes, son rebeldes y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no oyen en juicio al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.


Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.


Y oyendo todos los capitanes del ejército, ellos y su gente, que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Gedalías, vinieron a él en Mizpa, esto es, Ismael, hijo de Netanías, y Johanán, hijo de Carea, y Seraías, hijo de Tanhumet el netofatita, y Jaazanías, hijo de un maacatita, ellos con sus hombres.


Y le dijeron: He aquí hay con tus siervos cincuenta varones fuertes; vayan ahora y busquen a tu señor; quizá lo ha levantado el Espíritu de Jehová, y lo ha echado en alguna montaña o en algún valle. Y él les dijo: No enviéis.


Y acontecerá que, luego que yo me haya ido de ti, el Espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa; y cuando yo venga y dé las nuevas a Acab, y él no te halle, me matará; y tu siervo teme a Jehová desde su juventud.


Y la figura de sus caras era la de las caras que vi junto al río de Quebar, su mismo parecer y su ser; cada uno caminaba derecho hacia adelante.


Después vino a la puerta que daba hacia el oriente, y subió por sus gradas, y midió el poste de la puerta, de una caña de ancho, y el otro poste de otra caña de ancho.


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