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Efesios 1:18 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos;

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Biblia Reina Valera 1960

18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Pido que les inunde de luz el corazón, para que puedan entender la esperanza segura que él ha dado a los que llamó —es decir, su pueblo santo—, quienes son su rica y gloriosa herencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Que les ilumine la mirada interior, para que entiendan lo que esperamos a raíz del llamado de Dios, qué herencia tan grande y gloriosa reserva Dios a sus santos,

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 iluminados° los ojos del corazón° para saber cuál es la esperanza de su llamamiento y cuál la riqueza de la gloria de su herencia con los santos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 para que, iluminados los ojos de [vuestro] corazón, sepáis cuál es la esperanza de su llamada, cuál la riqueza de la gloria de su herencia en el pueblo santo,

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Efesios 1:18
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para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.


Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.


Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;


en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados, según las riquezas de su gracia,


Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor: Andad como hijos de luz


para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;


Hay un cuerpo, y un Espíritu, así como vosotros sois llamados en una misma esperanza de vuestro llamamiento.


Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.


para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.


para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.


Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, que nuestro Dios os tenga por dignos de este llamamiento, y cumpla todo buen deseo de su bondad, y la obra de fe con poder,


Yo pues, prisionero del Señor, os ruego que andéis como es digno del llamamiento con que sois llamados;


Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos; no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y su corazón entienda, y se convierta y sea sanado.


Pelea la buena batalla de la fe; echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo eres llamado, habiendo hecho buena profesión delante de muchos testigos.


Porque Jehová derramó sobre vosotros el espíritu de sueño profundo, y cerró vuestros ojos; a los profetas, a vuestros gobernantes, y a los videntes cubrió.


Y el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna por Cristo Jesús, después que hubiereis padecido un poco de tiempo, Él mismo os perfeccione, afirme, corrobore y establezca.


En quien también obtuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito de Aquél que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad;


Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sufristeis gran combate de aflicciones;


y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.


en los cuales el dios de este mundo cegó la mente de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios.


No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos.


Aguardando aquella bendita esperanza, y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,


Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y el Dios y Padre nuestro, el cual nos amó, y nos dio consolación eterna, y buena esperanza por gracia,


Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, vestidos de la coraza de fe y amor, y de la esperanza de salvación, como un yelmo.


A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me es dada esta gracia de predicar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo;


Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane.


no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo; sabiendo que vosotros sois llamados para que heredaseis bendición.


Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron el don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,


Y la paz de Dios reine en vuestros corazones; a la que asimismo sois llamados en un cuerpo; y sed agradecidos.


si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual ha sido predicado a toda criatura que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.


por la esperanza que os está guardada en el cielo, de la cual habéis oído por la palabra verdadera del evangelio,


que en aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y extranjeros a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.


Mas nosotros por el Espíritu aguardamos la esperanza de la justicia por fe.


Y en aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas.


Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos;


Y una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.


prosigo al blanco, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.


De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.


Y reposará sobre Él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.


Y saliendo Él para continuar su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?


¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, y paciencia y longanimidad, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?


Porque sin arrepentimiento son los dones y el llamamiento de Dios.


dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;


a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.


para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de la plena seguridad del entendimiento; a fin de conocer el misterio de Dios, y del Padre, y de Cristo,


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