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Daniel 9:21 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)

21 y todavía estaba yo hablando en oración, cuando aquel varón Gabriel, al cual había visto en visión al principio, volando con presteza, me tocó como a la hora del sacrificio de la tarde.

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Biblia Reina Valera 1960

21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Mientras oraba, Gabriel, a quien había visto en la visión anterior, se me acercó con rapidez a la hora del sacrificio vespertino.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 En esto llegó volando hasta mí Gabriel, al que había visto en la visión al comienzo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 y mientras hablaba en oración, aquel varón a quien había visto en la visión al principio, Gabriel, vino a mí volando con presteza° como a la hora del sacrificio de la tarde.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 todavía estaba yo diciendo mi oración, cuando Gabriel, el hombre que yo había contemplado en visión al principio, se acercó a mi volando, a la hora de la ofrenda de la tarde.

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Daniel 9:21
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y soy enviado a hablarte y darte estas buenas nuevas.


Y oí una voz de hombre entre las riberas de Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a este la visión.


Y he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca, y hablé, y dije a aquel que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión se revolvieron mis dolores sobre mí, y no me quedó fuerza.


Y sucedió que cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.


¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salvación?


Este vio claramente en visión, como a la hora novena del día, al Ángel de Dios que entraba a donde él estaba y le decía: Cornelio.


Entonces vino otra vez el que tenía semejanza de hombre y me tocó y me fortaleció;


Y mientras él hablaba conmigo, caí dormido en tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me hizo estar en pie.


Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, y con dos cubrían sus pies y con dos volaban.


Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis sus mandamientos, obedeciendo a la voz de su palabra.


Ofrecerás un cordero a la mañana, y el otro cordero lo ofrecerás a la caída de la tarde:


Y ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego.


Y he aquí, el ángel del Señor vino, y una luz resplandeció en la cárcel; y golpeando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.


Y al día siguiente, yendo ellos de camino, y llegando cerca de la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar, cerca de la hora sexta;


Y Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, que era la hora de la oración.


Y cerca de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?


Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.


Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.


Tales eran sus caras; y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.


El que hace a sus ángeles espíritus, sus ministros fuego flameante.


Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,


Y así vi en visión los caballos y a los que sobre ellos estaban sentados, los cuales tenían corazas de fuego, de jacinto, y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de la boca de ellos salía fuego y humo y azufre.


Suba mi oración delante de ti como el incienso, y el levantar mis manos como la ofrenda de la tarde.


y aunque estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, sólo ellos por su justicia librarían sus propias almas, dice el Señor Jehová.


Y sucedió que pasado el mediodía, y profetizando ellos hasta la hora de ofrecerse el sacrificio de la tarde, que no había voz, ni quien respondiese ni escuchase.


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