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Salmos 146:4 - Biblia Reina Valera 1960

4 Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; En ese mismo día perecen sus pensamientos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Ellos, al dar su último suspiro, vuelven al polvo, y todos sus planes mueren con ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 no bien se le va el alma, vuelve al polvo, y ese día se acaban sus proyectos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Sale su espíritu y vuelve al polvo; Ese día perecen sus planes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 El aliento perdido, retornan a su tierra, y en ese mismo día sus miras se malogran.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 Sale su espíritu, se vuelve a la tierra; en el mismo día perecen sus pensamientos.

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Salmos 146:4
17 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.


Escondes tu rostro, se turban; Les quitas el hálito, dejan de ser, Y vuelven al polvo.


Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.


Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.


Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.


Jehová hace nulo el consejo de las naciones, Y frustra las maquinaciones de los pueblos.


Que todo el tiempo que mi alma esté en mí, Y haya hálito de Dios en mis narices,


Pasaron mis días, fueron arrancados mis pensamientos, Los designios de mi corazón.


Sus hijos tendrán honores, pero él no lo sabrá; O serán humillados, y no entenderá de ello.


sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste.


El aliento de nuestras vidas, el ungido de Jehová, De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones, fue apresado en sus lazos.


Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?


Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.


Mi aliento se agota, se acortan mis días, Y me está preparado el sepulcro.


Mas el hombre morirá, y será cortado; Perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?


Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá.


También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.


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