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Romanos 1:24 - Biblia Reina Valera 1960

24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas que deseaban en su corazón. Como resultado, usaron sus cuerpos para hacerse cosas viles y degradantes entre sí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Por eso Dios los abandonó a sus pasiones secretas, se entregaron a la impureza y deshonraron sus propios cuerpos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Por esto Dios los abandonó en las concupiscencias de sus corazones a la inmundicia, para que deshonraran sus propios cuerpos entre sí.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Por eso, Dios los entregó a tal impureza, a causa de sus íntimos torpes deseos, que llegaron a envilecer sus propios cuerpos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, a las concupiscencias de sus corazones, a que deshonrasen entre sí sus propios cuerpos,

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Romanos 1:24
16 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Y Dios se apartó, y los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios En el desierto por cuarenta años, casa de Israel?


En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos;


Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.


No te echarás con varón como con mujer; es abominación.


que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor;


Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.


Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.


No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;


entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.


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