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Juan 15:5 - Biblia Reina Valera 1960

5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 »Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos. El que permanece en mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Yo soy la vid, vosotros sois los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.

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Juan 15:5
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para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;


No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.


Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,


El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio.


Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad.


Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.


Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.


Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.


De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.


Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.


llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.


Si este no viniera de Dios, nada podría hacer.


No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta.


Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.


Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.


Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.


Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,


Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.


(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad),


Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,


que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,


así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.


La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?


Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma.


pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.


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