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Job 2:8 - Biblia Reina Valera 1960

8 Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Job, sentado entre cenizas, se rascaba con un trozo de teja.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Job tomó entonces un pedazo de teja para rascarse y fue a sentarse en medio de las cenizas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y tomando un tiesto roto, se rascaba con él, estando sentado en medio de la ceniza.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Tomó Job un trozo de teja para rascarse y se recostó entre la basura.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Y tomó Job un tiesto para rascarse con él, y se sentó en medio de ceniza.

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Job 2:8
14 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.


Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.


y harán oír su voz sobre ti, y gritarán amargamente, y echarán polvo sobre sus cabezas, y se revolcarán en ceniza.


¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza.


Hija de mi pueblo, cíñete de cilicio, y revuélcate en ceniza; ponte luto como por hijo único, llanto de amarguras; porque pronto vendrá sobre nosotros el destruidor.


a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.


Porque mis lomos están llenos de ardor, Y nada hay sano en mi carne.


Hieden y supuran mis llagas, A causa de mi locura.


Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, y rasgó la ropa de colores de que estaba vestida, y puesta su mano sobre su cabeza, se fue gritando.


Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.


Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor.


Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos.


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