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Ezequiel 33:31 - Biblia Reina Valera 1960

31 Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Entonces ellos se acercan fingiendo sinceridad y se sientan delante de ti. Escuchan tus palabras, pero no tienen ninguna intención de hacer lo que tú les dices. Tienen la boca llena de palabras sensuales y en su corazón solo buscan dinero.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Entonces vienen a verte como si fueran a cualquier parte, se sientan a tu lado para oír tus palabras, pero no las ponen en práctica. La mentira está en su boca y sólo buscan su interés.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Y vienen a ti en tropel, y se sientan delante de ti como pueblo mío, y escuchan tus palabras, pero no las cumplen, porque con sus bocas hacen halagos, pero sus corazones andan en pos de su avaricia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Se acercan a ti como a una asamblea popular y mi pueblo se sienta delante de ti; oyen tus palabras, pero no las cumplen, porque de boca muestran mucho afecto, pero su corazón va tras sus negocios.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

31 Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como mi pueblo, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; porque con su boca muestran mucho amor, pero su corazón va en pos de su avaricia.

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Ezequiel 33:31
34 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El que fue sembrado entre espinos, este es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.


Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.


Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;


En el sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor.


La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti;


La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos.


Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.


Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.


Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.


Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado.


Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él.


Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.


Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.


Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas.


Vinieron a mí algunos de los ancianos de Israel, y se sentaron delante de mí.


Inclina mi corazón a tus testimonios, Y no a la avaricia.


Los plantaste, y echaron raíces; crecieron y dieron fruto; cercano estás tú en sus bocas, pero lejos de sus corazones.


Y he aquí que batí mis manos a causa de tu avaricia que cometiste, y a causa de la sangre que derramaste en medio de ti.


Siendo que nos mantienen del palacio, no nos es justo ver el menosprecio del rey, por lo cual hemos enviado a hacerlo saber al rey,


que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?


Y os lo he declarado hoy, y no habéis obedecido a la voz de Jehová vuestro Dios, ni a todas las cosas por las cuales me envió a vosotros.


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