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Zacarías 7:14 - Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Como con un torbellino, los dispersé entre las naciones lejanas, donde vivieron como extranjeros. La tierra quedó tan desolada que nadie pasaba por allí. ¡Convirtieron su hermosa tierra en un desierto!».

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Biblia Reina Valera 1960

14 sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Por esta razón los dispersé entre naciones desconocidas para ellos y a sus espaldas dejaron un país desolado y sin alma viviente. Por culpa de ellos un país fértil se convirtió en un desierto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 sino que los dispersé con un torbellino por todas las naciones que no conocían. Y esta tierra fue desolada tras ellos, sin que nadie la transitara, pues convirtieron una tierra deliciosa en desolación.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Los he dispersado entre todas las naciones que no conocían. y la tierra quedó desolada cuando se fueron, sin que nadie transitara por ella. Así han convertido en desierto un país delicioso'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

14 Pero los dispersé con un torbellino entre todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desolación la tierra deseable.

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Zacarías 7:14
35 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pues el Señor te dispersará por todas las naciones, desde un extremo de la tierra hasta el otro. Allí rendirás culto a dioses ajenos que ni tú ni tus antepasados conocían, ¡dioses de madera y de piedra!


Una nación extranjera y totalmente desconocida se comerá las cosechas por las que tanto trabajaste. Sufrirás una opresión constante y un trato cruel.


¡Miren! El enojo del Señor estalla como una tormenta, como un torbellino que se arremolina sobre la cabeza de los perversos.


Pues el Señor los dispersará entre las naciones, donde solo unos pocos sobrevivirán.


El Señor dice: «¡Salgan! Huyan de Babilonia en la tierra del norte, porque yo los he dispersado a los cuatro vientos.


«Yo he aniquilado a muchas naciones y he devastado las murallas y torres de sus fortalezas. Las calles ahora están desiertas; sus ciudades quedan en ruinas silenciosas. No quedó nadie con vida, ni siquiera uno.


¡El Señor aparecerá sobre su pueblo y sus flechas volarán como rayos! El Señor Soberano hará sonar el cuerno de carnero y atacará como un torbellino desde el desierto del sur.


Con sus propias armas destruiste al jefe de los que se lanzaron como un torbellino, pensando que Israel sería presa fácil.


El Señor es lento para enojarse, pero su poder es grande y nunca deja sin castigo al culpable. Da muestras de su poder en el torbellino y la tormenta; las nubes ondulantes son el polvo bajo sus pies.


Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Rabá, y todas sus fortalezas serán destruidas. La batalla vendrá sobre ellos con gritos, como un torbellino en una tormenta impetuosa.


Luego, de uno de los cuernos prominentes salió un cuerno pequeño cuyo poder creció en gran manera. Se extendía hacia el sur y hacia el oriente y hacia el glorioso territorio de Israel.


En el año veintitrés del reinado de Nabucodonosor, él envió a Nabuzaradán, capitán de la guardia, quien se llevó consigo a setecientos cuarenta y cinco más, un total de cuatro mil seiscientos cautivos.


Por eso mi furia se desbordó y cayó como fuego sobre las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que hasta hoy son unas ruinas desoladas.


—Tanto tú como Jeremías deberían esconderse —le dijeron los funcionarios a Baruc—. ¡No le digan a nadie dónde están!


¡Miren! El enojo del Señor estalla como una tormenta, un viento devastador que se arremolina sobre las cabezas de los perversos.


Oh Israel, traeré una nación lejana contra ti —dice el Señor—. Es una nación poderosa, una nación antigua, un pueblo cuyo idioma desconoces, cuya forma de hablar no entiendes.


Este es el mensaje que recibí acerca de Babilonia, el desierto junto al mar: Desde el desierto se acerca el desastre y te caerá encima, como un remolino que entra arrasando desde el Neguev.


Pero aunque rujan como las olas grandes de la playa, Dios los hará callar y huirán como la paja que esparce el viento, como los arbustos que ruedan antes de una tormenta.


Dios los barrerá a todos, tanto a jóvenes como a ancianos, más rápido de lo que se calienta una olla sobre espinos ardientes.


Así se cumplió el mensaje del Señor anunciado por medio de Jeremías. La tierra finalmente disfrutó de su tiempo de descanso, y quedó desolada hasta que se cumplieron los setenta años, tal como el profeta había dicho.


»Desde un extremo de la tierra, el Señor traerá contra ti a una nación lejana que te caerá encima como un buitre en picada. Es una nación que habla un idioma que tú no comprendes,


Los dispersaré entre las naciones y sacaré mi espada contra ustedes. Sus ciudades quedarán en ruinas y su tierra desolada.


Enviaré animales salvajes que los privarán de sus hijos y destruirán su ganado. Ustedes disminuirán en número y sus caminos quedarán desiertos.


Miren, el Señor viene con fuego, y sus veloces carros de guerra retumban como un torbellino. Él traerá castigo con la furia de su ira y con el ardiente fuego de su dura reprensión.


»Aunque una vez fuiste despreciada y odiada, y nadie pasaba por tus calles, yo te haré hermosa para siempre, una alegría para todas las generaciones.


»Muchos gobernantes han devastado mi viñedo; pisotearon las vides y así transformaron toda su belleza en un lugar desolado.


Los padres se comerán a sus propios hijos y los hijos se comerán a sus padres. Te castigaré, y esparciré a los pocos que sobrevivan a los cuatro vientos.


Dile al pueblo: “Esto dice el Señor Soberano acerca de los que viven en Israel y Jerusalén: ‘Con temblor comerán su alimento y con desesperación beberán su agua, porque la tierra quedará arrasada a causa de la violencia de sus habitantes.


Te esparciré por todas las naciones y te limpiaré de tu maldad;


Fuego va delante del ejército y llamas detrás. Delante de ellos, la tierra se extiende tan hermosa como el jardín del Edén. Detrás solo queda desolación; nada escapa.


Entonces el Señor de los Ejércitos Celestiales me dio otro mensaje:


Mi Dios rechazará al pueblo de Israel porque no quiere escuchar ni obedecer. Será un vagabundo, sin hogar entre las naciones.


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