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Zacarías 2:9 - Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Levantaré mi puño para aplastarlos y sus propios esclavos los saquearán». Entonces ustedes sabrán que el Señor de los Ejércitos Celestiales me ha enviado.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me envió.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Pero yo seré para ella como una muralla de fuego que la rodee totalmente, y habitaré en ella para ser su gloria.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Por tanto, mirad: Yo agito mi mano contra ellos, y se convertirán en despojo para los que fueron sus esclavos. Entonces sabréis que YHVH Sebaot me ha enviado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Yo mismo seré para ella -oráculo de Yahveh- muralla de fuego a su alrededor, y en ella estaré para su gloria.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me ha enviado.

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Zacarías 2:9
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En aquel día, los egipcios serán tan débiles como las mujeres. Se encogerán de miedo bajo el puño levantado del Señor de los Ejércitos Celestiales.


Vendrá gente desde tierras lejanas a reedificar el templo del Señor. Cuando esto ocurra, ustedes sabrán que mis mensajes vinieron del Señor de los Ejércitos Celestiales. Todo esto sucederá si ustedes se aseguran de obedecer lo que dice el Señor su Dios.


«Zorobabel es quien colocó los cimientos de este templo y él los terminará. Así ustedes sabrán que el Señor de los Ejércitos Celestiales me envió.


No será necesario cortar leña de los campos ni de los bosques, porque de esas armas obtendrán toda la leña que necesiten. Saquearán a quienes pensaban saquearlos y robarán a quienes pensaban robarles, dice el Señor Soberano.


Las naciones del mundo ayudarán a que el pueblo de Israel regrese, y los que vengan a vivir en la tierra del Señor los servirán. Los que conquistaron a Israel, ellos mismos serán capturados, e Israel gobernará a sus enemigos.


El Señor abrirá un camino seco a través del golfo del mar Rojo. Moverá su mano sobre el río Éufrates y enviará un poderoso viento para dividirlo en siete corrientes, de manera que se podrá cruzar a pie con facilidad.


Les digo estas cosas ahora para que, cuando sucedan, recuerden mi advertencia. No las mencioné antes porque todavía iba a estar un tiempo más con ustedes.


Les aviso de antemano, a fin de que, cuando suceda, crean que Yo Soy el Mesías.


Después de un período de gloria, el Señor de los Ejércitos Celestiales me envió contra las naciones que los saquearon a ustedes. Pues él dijo: «Cualquiera que te dañe, daña a mi más preciada posesión.


Ahora, tan cierto como que yo vivo —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel—, Moab y Amón serán destruidos, aniquilados por completo, igual que Sodoma y Gomorra. Su tierra será un lugar de ortigas, de pozos de sal y de desolación eterna. El remanente de mi pueblo los saqueará y tomará su tierra».


Derribaste los bosques del Líbano. Ahora serás derribado. Destruiste los animales salvajes; ¡ahora el terror de ellos será el tuyo! Cometiste asesinatos por toda la tierra y llenaste los pueblos de violencia.


Debido a que saqueaste a muchas naciones, ahora todos los sobrevivientes te saquearán a ti. Cometiste asesinatos por toda la tierra y llenaste los pueblos de violencia.


Así que el profeta que predice paz debe demostrar que está en lo correcto. Solamente cuando sus predicciones se cumplan podremos saber que el Señor lo ha enviado».


Todas las naciones le servirán a él, a su hijo y a su nieto hasta que se acabe el tiempo de ellos. Entonces muchas naciones y grandes reyes conquistarán y dominarán a Babilonia.


Las velas de los enemigos cuelgan flácidas de los mástiles rotos, junto con aparejos inútiles. El pueblo de Dios repartirá el tesoro; ¡hasta los cojos recibirán su porción!


¡Qué aflicción les espera a ustedes, asirios, que han destruido a otros, pero nunca han sido destruidos! Traicionan a los demás, pero nunca han sido traicionados. Cuando terminen de destruir, serán destruidos. Cuando terminen de traicionar, serán traicionados.


«Levanta una bandera de señales en la cumbre descubierta de una colina; llama al ejército contra Babilonia. Hazles señas con la mano para darles ánimo mientras marchan hacia los palacios de los grandes y poderosos.


El enemigo se detiene en Nob por el resto del día; amenaza con el puño al hermoso monte de Sion, el monte de Jerusalén.


Acérquense y escuchen esto: desde el principio les he dicho con claridad lo que sucedería». Ahora, el Señor Soberano y su Espíritu me han enviado con este mensaje.


Muchas naciones se unirán al Señor en ese día y ellos también serán mi pueblo. Viviré entre ustedes y sabrán que el Señor de los Ejércitos Celestiales me ha enviado a ustedes.


Entonces el Señor proveerá sombra para el monte Sion y para todos los que se reúnan allí; les dará una cubierta de nubes durante el día y por la noche, humo y ardiente fuego, que cubrirá la tierra gloriosa.


¡Que todos los habitantes de Jerusalén griten sus alabanzas con alegría! Pues grande es el Santo de Israel, que vive en medio de ustedes».


En aquel día, todos en la tierra de Judá cantarán esta canción: ¡Nuestra ciudad es fuerte! Estamos rodeados por las murallas de la salvación de Dios.


Para nosotros el Señor será el Poderoso. Será como un ancho río de protección que ningún enemigo puede cruzar; por el cual no puede navegar ningún barco enemigo.


La violencia desaparecerá de tu tierra; se terminarán la desolación y la destrucción de la guerra. La salvación te rodeará como las murallas de una ciudad, y la alabanza estará en los labios de todos los que entren allí.


»Ya no necesitarás que el sol brille durante el día, ni que la luna alumbre durante la noche, porque el Señor tu Dios será tu luz perpetua, y tu Dios será tu gloria.


Escuchen el llanto de mi pueblo; puede oírse por toda la tierra. «¿Acaso ha abandonado el Señor a Jerusalén? —pregunta la gente—. ¿No está más su Rey allí?». «Oh, ¿por qué han provocado mi enojo con sus ídolos tallados y sus despreciables dioses ajenos?», pregunta el Señor.


Entonces sabrán que yo estoy en medio de mi pueblo Israel, que yo soy el Señor su Dios, y que no hay otro. Nunca más mi pueblo será avergonzado.


Pues el Señor quitará su mano de juicio y dispersará a los ejércitos de tus enemigos. ¡El Señor mismo, el Rey de Israel, vivirá en medio de ti! Por fin, se habrán terminado tus aflicciones y nunca jamás temerás el desastre.


El Señor de los Ejércitos Celestiales protegerá a su pueblo, quien derrotará a sus enemigos lanzándoles grandes piedras. Gritarán en la batalla como si estuvieran borrachos con vino. Se llenarán de sangre como si fueran un tazón, empapados con sangre como las esquinas del altar.


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