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Santiago 2:5 - Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Escúchenme, amados hermanos. ¿No eligió Dios a los pobres de este mundo para que sean ricos en fe? ¿No son ellos los que heredarán el reino que Dios prometió a quienes lo aman?

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Biblia Reina Valera 1960

5 Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Miren, hermanos, ¿acaso no ha escogido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe? ¿No les dará el reino que prometió a quienes lo aman?

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Oíd, hermanos míos amados: ¿No escogió Dios a los pobres según° el mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Escuchad, hermanos míos queridos: ¿no eligió Dios a los pobres según el mundo para ser ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman?

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha escogido Dios a los pobres de este mundo, ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?

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Santiago 2:5
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«Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él, porque el reino del cielo les pertenece.


Entonces Jesús se volvió hacia sus discípulos y les dijo: «Dios los bendice a ustedes, que son pobres, porque el reino de Dios les pertenece.


»Yo sé de tu sufrimiento y tu pobreza, ¡pero tú eres rico! Conozco la blasfemia de los que se te oponen. Dicen ser judíos pero no lo son, porque su sinagoga le pertenece a Satanás.


Ustedes conocen la gracia generosa de nuestro Señor Jesucristo. Aunque era rico, por amor a ustedes se hizo pobre para que mediante su pobreza pudiera hacerlos ricos.


»Así es, el que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios es un necio».


y tenemos una herencia que no tiene precio, una herencia que está reservada en el cielo para ustedes, pura y sin mancha, que no puede cambiar ni deteriorarse.


Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman.


Consideró que era mejor sufrir por causa de Cristo que poseer los tesoros de Egipto, pues tenía la mirada puesta en la gran recompensa que recibiría.


»Así que no se preocupe, pequeño rebaño. Pues al Padre le da mucha felicidad entregarles el reino.


A eso se refieren las Escrituras cuando dicen: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman».


»Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: “Vengan, ustedes, que son benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.


Los que salgan vencedores heredarán todas esas bendiciones, y yo seré su Dios, y ellos serán mis hijos.


Los creyentes que son pobres pueden estar orgullosos, porque Dios los ha honrado;


Ahora me espera el premio, la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me dará el día de su regreso; y el premio no es solo para mí, sino para todos los que esperan con anhelo su venida.


Hay dolor en nuestro corazón, pero siempre tenemos alegría. Somos pobres, pero damos riquezas espirituales a otros. No poseemos nada, y sin embargo, lo tenemos todo.


Así que te aconsejo que de mí compres oro —un oro purificado por fuego— y entonces serás rico. Compra también ropas blancas de mí, así no tendrás vergüenza por tu desnudez, y compra ungüento para tus ojos, para que así puedas ver.


Diles que usen su dinero para hacer el bien. Deberían ser ricos en buenas acciones, generosos con los que pasan necesidad y estar siempre dispuestos a compartir con otros.


»Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que tuviste todo lo que quisiste durante tu vida, y Lázaro no tuvo nada. Ahora él está aquí recibiendo consuelo y tú estás en angustia.


los ciegos ven, los cojos caminan bien, los que tienen lepra son curados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les predica la Buena Noticia.


»Por lo tanto, el Señor, Dios de Israel, dice: prometí que los de tu rama de la tribu de Leví me servirían siempre como sacerdotes. Sin embargo, honraré a los que me honran y despreciaré a los que me menosprecian.


Entonces Dios les dará un gran recibimiento en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.


Así es, y el Señor me librará de todo ataque maligno y me llevará a salvo a su reino celestial. ¡A Dios sea toda la gloria por siempre y para siempre! Amén.


Y Dios usará esa persecución para mostrar su justicia y para hacerlos dignos de su reino, por el cual sufren.


Aunque soy el menos digno de todo el pueblo de Dios, por su gracia él me concedió el privilegio de contarles a los gentiles acerca de los tesoros inagotables que tienen a disposición por medio de Cristo.


Así que como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios; pero si vamos a participar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento.


»Con el tiempo, el hombre pobre murió y fue llevado por los ángeles para que se sentara junto a Abraham en el banquete celestial. El hombre rico también murió y fue enterrado,


Así que cuidé el rebaño destinado al matadero, el rebaño que fue oprimido. Entonces tomé dos varas de pastor y a una nombré Favor y a la otra Unión.


Los humildes se llenarán de una alegría nueva de parte del Señor; los pobres se alegrarán en el Santo de Israel.


¿Qué les diremos a los mensajeros de los filisteos? Diles: «El Señor edificó a Jerusalén; sus murallas brindarán refugio a su pueblo oprimido».


A él no le importa la grandeza que pueda tener una persona y no presta más atención al rico que al pobre; él creó a todos.


»Escúchenme, ustedes que tienen entendimiento. ¡Todo el mundo sabe que Dios no peca! El Todopoderoso no puede hacer nada malo.


Pero derramo amor inagotable por mil generaciones sobre los que me aman y obedecen mis mandatos.


Así que no se dejen engañar, mis amados hermanos.


Les rogamos, los alentamos y les insistimos que lleven una vida que Dios considere digna. Pues él los llamó para que tengan parte en su reino y gloria.


Pido que les inunde de luz el corazón, para que puedan entender la esperanza segura que él ha dado a los que llamó —es decir, su pueblo santo—, quienes son su rica y gloriosa herencia.


Todo esto es para beneficio de ustedes, y a medida que la gracia de Dios alcance a más y más personas, habrá abundante acción de gracias, y Dios recibirá más y más gloria.


¿Habrá siquiera uno de nosotros, gobernantes o fariseos, que crea en él?


Así como mi Padre me concedió un reino, yo ahora les concedo el derecho


Luego Jesús llamó a la multitud para que se acercara y oyera. «Escuchen, todos ustedes, y traten de entender.


Así terminó mi pacto con ellas. El sufrido rebaño me miraba y sabían que el Señor hablaba por medio de mis acciones.


Quedarán solo los sencillos y los humildes porque son ellos quienes confían en el nombre del Señor.


»Y ahora, hijos míos, escúchenme, pues todos los que siguen mis caminos son felices.


Por eso, hijos míos, escúchenme y presten atención a mis palabras.


A medida que la luz se aproxima, la tierra va tomando forma como el barro bajo un sello; se viste de brillantes colores.


Pero Micaías respondió: «¡Si tú regresas a salvo, eso significará que el Señor no habló por medio de mí!». Entonces dirigiéndose a los que estaban alrededor, agregó: «¡Todos ustedes, tomen nota de mis palabras!».


Esteban dio la siguiente respuesta: —Hermanos y padres, escúchenme. Nuestro glorioso Dios se le apareció a nuestro antepasado Abraham en Mesopotamia antes de que él se estableciera en Harán.


Cuando Jotam se enteró, subió a la cima del monte Gerizim y gritó: «¡Escúchenme, ciudadanos de Siquem! ¡Escúchenme a mí si quieren que Dios los escuche a ustedes!


Él levanta al pobre del polvo y al necesitado del basurero. Los pone entre los príncipes y los coloca en los asientos de honor. Pues toda la tierra pertenece al Señor, y él puso en orden el mundo.


Hay quienes son pobres y se hacen pasar por ricos; hay otros que, siendo ricos, se hacen pasar por pobres.


Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse.


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