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Salmos 69:2 - Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Me hundo cada vez más en el fango; no encuentro dónde apoyar mis pies. Estoy en aguas profundas, y el torrente me cubre.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Me estoy hundiendo en un cieno profundo, y no hay dónde apoyarme. Me vi arrastrado a profundas aguas y las olas me cubren.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Estoy hundido en el cieno profundo, Y no hallo donde asentar el pie; He entrado en aguas profundas, Y la corriente me ha anegado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Socórreme, Señor, que ya las aguas me alcanzan hasta el cuello,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo sentar pie; he llegado a aguas profundas, donde la corriente me anega.

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Salmos 69:2
11 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó.


Aunque llueva a cántaros y suban las aguas de la inundación y los vientos golpeen contra esa casa, no se vendrá abajo porque está construida sobre un lecho de roca.


Así que los funcionarios sacaron a Jeremías de la celda y lo bajaron con sogas a una cisterna vacía en el patio de la cárcel que pertenecía a Malquías, miembro de la familia real. La cisterna no tenía agua pero Jeremías se hundió en una espesa capa de barro que había en el fondo.


Por lo tanto, que todos los justos oren a ti, mientras aún haya tiempo, para que no se ahoguen en las desbordantes aguas del juicio.


todas las mujeres que queden en el palacio serán sacadas y entregadas a los oficiales del ejército babilónico. Entonces las mujeres se mofarán de ti diciendo: “¡Qué buenos amigos tienes! Te han traicionado y engañado. ¡Cuando tus pies se hundieron en el barro, te abandonaron a tu suerte!”.


Por eso no puedes ver en la oscuridad y olas de agua te cubren.


Me hundí hasta las raíces de las montañas. Me quedé preso en la tierra, cuyas puertas se cierran para siempre. Pero tú, oh Señor mi Dios, ¡me arrebataste de las garras de la muerte!


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