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Salmos 62:10 - Biblia Nueva Traducción Viviente

10 No te ganes la vida mediante la extorsión ni pongas tu esperanza en el robo. Y si tus riquezas aumentan, no las hagas el centro de tu vida.

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Biblia Reina Valera 1960

10 No confiéis en la violencia, Ni en la rapiña; no os envanezcáis; Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 No vayan a contar con la violencia ni se hagan ilusiones con la rapiña; el corazón no apeguen a las riquezas cuando se acrecientan.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 No confiéis en la opresión, Ni en el dolo pongáis vuestra esperanza, Aunque aumenten las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Puro viento son los hijos de los hombres, engaño los mortales; en balanza, todos juntos, subirían como un soplo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 No confiéis en la violencia, ni en la rapiña; no os envanezcáis; si se aumentaren las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.

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Salmos 62:10
26 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

«Miren lo que les pasa a los guerreros poderosos que no ponen su confianza en Dios, sino que confían en sus riquezas y se vuelven más y más atrevidos en su maldad».


Enséñales a los ricos de este mundo que no sean orgullosos ni que confíen en su dinero, el cual es tan inestable. Deberían depositar su confianza en Dios, quien nos da en abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos.


Los que acaparan riquezas en forma injusta son como las perdices que empollan los huevos que no han puesto. En la mitad de la vida perderán sus riquezas; al final, se volverán unos pobres viejos tontos.


Pues el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal; y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas.


«Pues yo, el Señor, amo la justicia; odio el robo y la fechoría. Recompensaré fielmente a mi pueblo por su sufrimiento y haré un pacto eterno con él.


Jesús miró a su alrededor y dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!».


Esta es la respuesta del Santo de Israel: «Dado que ustedes desprecian lo que les digo pero más bien confían en la opresión y en las mentiras,


Ellos se fían de sus posesiones y se jactan de sus grandes riquezas.


Esa es la recompensa que Dios da a los malvados; es la herencia decretada por Dios».


Pues oprimieron a los pobres y los dejaron sin nada; se adueñaron de sus casas.


A nadie le importa ser justo y honrado; las demandas legales de la gente se basan en mentiras. Conciben malas acciones y después dan a luz el pecado.


»Te sentías segura en tu maldad. “Nadie me ve”, dijiste. Pero tu “sabiduría” y tu “conocimiento” te han descarriado, y dijiste: “Yo soy la única, y no hay otra”.


Las riquezas desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, porque les saldrán alas y se irán volando como las águilas.


El Señor dice: «Rescataré a los que me aman; protegeré a los que confían en mi nombre.


Somos tan solo sombras que se mueven y todo nuestro ajetreo diario termina en la nada. Amontonamos riquezas sin saber quién las gastará.


Se jactan diciendo: «Hemos hecho un trato para burlar a la muerte y hemos llegado a un acuerdo para evitar la tumba. La destrucción que se aproxima nunca podrá tocarnos, porque nos hemos edificado un fuerte refugio hecho de mentiras y engaños».


Esta es tu asignación, la porción que te he dado —dice el Señor—, porque ustedes me han olvidado y han puesto su confianza en dioses falsos.


De algo pueden estar seguros: el Señor ha separado para sí a los justos; el Señor me responderá cuando lo llame.


No, porque todas las naciones del mundo no son más que un grano de arena en el desierto. No son más que una capa de polvo sobre la balanza. Él levanta el mundo entero como si fuera un grano de arena.


Las naciones del mundo no valen nada para él. Ante sus ojos, cuentan menos que nada; son solo vacío y espuma.


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