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Salmos 51:14 - Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Perdóname por derramar sangre, oh Dios que salva; entonces con alegría cantaré de tu perdón.

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Biblia Reina Valera 1960

14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Dame tu salvación que regocija, y que un espíritu noble me dé fuerza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 ¡Líbrame del delito de sangre,° Oh ’Elohim, Dios de mi salvación, Y mi lengua cantará con gozo tu justicia!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Restitúyeme el gozo de tu liberación y que tu aliento generoso me sustente.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación: Cantará mi lengua tu justicia.

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Salmos 51:14
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Entonces proclamaré tu justicia y te alabaré todo el día.


¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor e hiciste este acto tan horrible? Pues mataste a Urías el hitita con la espada de los amonitas y le robaste a su esposa.


Pues no entienden la forma en que Dios hace justas a las personas ante él. Se niegan a aceptar el modo de Dios y, en cambio, se aferran a su propio modo de hacerse justos ante él tratando de cumplir la ley.


Haces votos y los rompes; matas, robas y cometes adulterio. Hay violencia en todas partes: un asesinato tras otro.


No permitas que sufra el destino de los pecadores ni me condenes junto con los asesinos.


Si alguien quita una vida humana, la vida de esa persona también será quitada por manos humanas. Pues Dios hizo a los seres humanos a su propia imagen.


Declaro hoy que he sido fiel. Si alguien sufre la muerte eterna, no será mi culpa,


pero cuando ellos se opusieron y lo insultaron, Pablo se sacudió el polvo de su ropa y dijo: «La sangre de ustedes está sobre sus propias cabezas; yo soy inocente. De ahora en adelante iré a predicar a los gentiles».


¡aun así me alegraré en el Señor! ¡Me gozaré en el Dios de mi salvación!


En vista de tus fieles misericordias, por favor, Señor, aparta tu enojo y furor de tu ciudad, Jerusalén, tu monte santo. Todas las naciones vecinas se burlan de Jerusalén y de tu pueblo por causa de nuestros pecados y de los pecados de nuestros antepasados.


»Señor, tú tienes la razón; pero como ves, tenemos el rostro cubierto de vergüenza. Esto nos sucede a todos, tanto a los que están en Judá y en Jerusalén, como a todo el pueblo de Israel disperso en lugares cercanos y lejanos, adondequiera que nos has mandado por nuestra deslealtad a ti.


Si yo anuncio que unos malvados de cierto morirán y tú no les dices que cambien su manera de vivir, entonces ellos morirán en sus pecados y te haré a ti responsable de su muerte.


Pero el Señor salvará al pueblo de Israel con salvación eterna; por los siglos de los siglos, nunca más será humillado ni avergonzado.


Miren, Dios ha venido a salvarme. Confiaré en él y no tendré temor. El Señor Dios es mi fuerza y mi canción; él me ha dado la victoria».


Oh Señor, Dios de mi salvación, a ti clamo de día. A ti vengo de noche.


¡Nuestro Dios es un Dios que salva! El Señor Soberano nos rescata de la muerte.


Pero tú, oh Dios, mandarás a los perversos a la fosa de destrucción; los asesinos y los mentirosos morirán jóvenes, pero yo confío en que tú me salves.


Ven pronto a ayudarme, oh Señor, mi salvador.


Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza.


Cada vez que nos castigaste actuaste con justicia. Hemos pecado grandemente, y nos diste solo lo que merecíamos.


»Ahora somos castigados por nuestra perversión y nuestra gran culpa; pero en realidad, el castigo que recibimos es mucho menor de lo que merecemos, porque tú, Dios nuestro, has permitido que algunos de nosotros sobreviviéramos como un remanente.


Durante el reinado de David hubo un hambre que duró tres años. Entonces David consultó al Señor, y el Señor dijo: «El hambre se debe a que Saúl y su familia son culpables de la muerte de los gabaonitas».


Cuando David se enteró, declaró: «Juro por el Señor que yo y mi reino somos inocentes para siempre de este crimen cometido contra Abner, hijo de Ner.


«¿No les dije yo que no pecaran contra el muchacho? —preguntó Rubén—. Pero ustedes no me hicieron caso, ¡y ahora tenemos que responder por su sangre!».


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