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Salmos 46:3 - Biblia Nueva Traducción Viviente

3 ¡Que rujan los océanos y hagan espuma! ¡Que tiemblen las montañas mientras suben las aguas! Interludio

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Biblia Reina Valera 1960

3 Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 aunque sus aguas rujan y se encrespen y los montes a su ímpetu retiemblen: El Señor Sabaot está con nosotros, es nuestro baluarte el Dios de Jacob.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Por eso no tememos si la tierra se muda, si los montes se desploman en el mar,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 aunque bramen y se turben sus aguas; aunque tiemblen las montañas a causa de su braveza. (Selah)

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Salmos 46:3
17 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¿No me tienes respeto? ¿Por qué no tiemblas en mi presencia? Yo, el Señor, con la arena defino el límite del océano como frontera eterna que las aguas no pueden cruzar. Las olas pueden agitarse y rugir, pero nunca podrán pasar los límites que establecí.


Ante la presencia de Dios las montañas se estremecen y las colinas se derriten; la tierra tiembla y sus habitantes son destruidos.


Las montañas se derriten debajo de sus pies y se derraman sobre los valles como cera en el fuego, como agua que desciende de una colina.


Entonces desaparecieron todas las islas, y las montañas se vinieron abajo y no existieron más.


Aunque llueva a cántaros y suban las aguas de la inundación y los vientos golpeen contra esa casa, no se vendrá abajo porque está construida sobre un lecho de roca.


Ahora ustedes, pueblo de Jerusalén y de Judá, juzguen entre mi viña y yo.


Me enredaron las cuerdas de la muerte; me arrasó una inundación devastadora.


Dije: “De aquí no pasarás. ¡Aquí se detendrán tus orgullosas olas!”.


Luego el ángel me dijo: «Las aguas donde la prostituta gobierna representan grandes multitudes de cada nación y lengua.


Miré a las montañas y colinas que temblaban y se agitaban.


El Señor le dijo: —Sal y ponte de pie delante de mí, en la montaña. Mientras Elías estaba de pie allí, el Señor pasó, y un viento fuerte e impetuoso azotó la montaña. La ráfaga fue tan tremenda que las rocas se aflojaron, pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto.


Pues las montañas podrán moverse y las colinas desaparecer, pero aun así mi fiel amor por ti permanecerá; mi pacto de bendición nunca será roto —dice el Señor, que tiene misericordia de ti—.


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