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Salmos 37:8 - Biblia Nueva Traducción Viviente

8 ¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Calma tu enojo, renuncia al rencor, no te exasperes, que te haría mal.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 h Deja la ira, desecha el enojo, No te enardezcas en manera alguna a hacer el mal.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 He. Apacigua tu ira y no te enfades ni te enojes, quizá para hacer mal.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Deja la ira y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo.

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Salmos 37:8
18 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Los que tienen entendimiento no pierden los estribos; los que se enojan fácilmente demuestran gran necedad.


Mejor es ser paciente que poderoso; más vale tener control propio que conquistar una ciudad.


Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta.


Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle». No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados,


pero ahora es el momento de eliminar el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el lenguaje sucio.


Te aseguro que el resentimiento destruye al necio, y los celos matan al ingenuo.


Este cambio de planes molestó mucho a Jonás y se enfureció.


Entonces Dios dijo a Jonás: —¿Te parece bien enojarte porque la planta murió? —¡Sí —replicó Jonás—, estoy tan enojado que quisiera morirme!


Aunque con enojo te arranques el pelo, ¿se destruirá la tierra por eso? ¿Hará que las rocas tiemblen?


Si yo realmente hubiera hablado a otros de esta manera, habría sido un traidor a tu pueblo.


Lleno de pánico, clamé: «¡Me han separado del Señor!». Pero tú oíste que supliqué misericordia y respondiste a mi pedido de auxilio.


En mi ansiedad clamé a ti: «¡Estas personas son todas mentirosas!».


—¿Por qué? —le preguntó el faraón—. ¿Qué te falta aquí que deseas regresar a tu tierra? —Nada —contestó él—, pero aun así, te pido que me dejes regresar.


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