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Salmos 37:25 - Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Una vez fui joven, ahora soy anciano, sin embargo, nunca he visto abandonado al justo ni a sus hijos mendigando pan.

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Biblia Reina Valera 1960

25 Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Fui joven y ahora soy viejo, pero nunca vi a un justo abandonado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 n Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni a su descendencia que mendigue pan.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 Nun. Fui joven y he llegado a la vejez, y nunca vi al justo en desamparo ni a sus hijos mendigando el pan.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

25 Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni a su simiente mendigando pan.

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Salmos 37:25
22 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

No amen el dinero; estén contentos con lo que tienen, pues Dios ha dicho: «Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré».


Pues el Señor ama la justicia y nunca abandonará a los justos. Los mantendrá a salvo para siempre, pero los hijos de los perversos morirán.


Sus hijos tendrán éxito en todas partes; toda una generación de justos será bendecida.


Vivirán en prosperidad, y sus hijos heredarán la tierra.


El Señor no abandonará a su pueblo, porque eso traería deshonra a su gran nombre. Pues le agradó al Señor hacerlos su pueblo.


Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos.


El Señor no rechazará a su pueblo; no abandonará a su posesión más preciada.


Ahora que estoy viejo y canoso, no me abandones, oh Dios. Permíteme proclamar tu poder a esta nueva generación, tus milagros poderosos a todos los que vienen después de mí.


Nadie podrá hacerte frente mientras vivas. Pues yo estaré contigo como estuve con Moisés. No te fallaré ni te abandonaré.


»Yo confirmaré mi pacto contigo y con tus descendientes después de ti, de generación en generación. Este es el pacto eterno: yo siempre seré tu Dios y el Dios de todos tus descendientes,


La gente buena deja una herencia a sus nietos, pero la riqueza de los pecadores pasa a manos de los justos.


Y ahora, en mi vejez, no me hagas a un lado; no me abandones cuando me faltan las fuerzas.


Algunos creyentes de Cesarea nos acompañaron y nos llevaron a la casa de Mnasón, un hombre originario de Chipre y uno de los primeros creyentes.


Deambulan diciendo: “¿Dónde podré encontrar pan?”. Saben que se acerca el día de su destrucción.


Ante sus propios ojos, estrellarán a sus niños pequeños hasta matarlos. Sus hogares serán saqueados, y sus mujeres, violadas.


Escarban en busca de comida, pero se van a dormir insatisfechos.


Que sus hijos vaguen como mendigos y que los echen de sus hogares destruidos.


»¡Detente a pensar! ¿Mueren los inocentes? ¿Cuándo han sido destruidos los justos?


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