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Salmos 33:18 - Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Pero el Señor vela por los que le temen, por aquellos que confían en su amor inagotable.

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Biblia Reina Valera 1960

18 He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, Sobre los que esperan en su misericordia,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Está el ojo del Señor sobre los que le temen, y sobre los que esperan en su amor,

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 He aquí el ojo de YHVH sobre los que lo temen, Sobre los que esperan en su misericordia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 El Señor es el que vela por sus fieles, por los que esperan en sus gracias,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

18 He aquí, el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia;

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Salmos 33:18
13 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno, y sus oídos están abiertos a sus oraciones. Pero el Señor aparta su rostro de los que hacen lo malo».


No, el Señor se deleita en los que le temen, en los que ponen su esperanza en su amor inagotable.


Nunca quita los ojos de los inocentes, sino que los pone en tronos en compañía de reyes y los exalta para siempre.


Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros.


Pero yo soy como un olivo que florece en la casa de Dios y siempre confiaré en su amor inagotable.


Pero yo confío en tu amor inagotable; me alegraré porque me has rescatado.


Los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y por la noche, y él bebía del arroyo.


Los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a los que tienen el corazón totalmente comprometido con él. ¡Qué necio has sido! ¡De ahora en adelante estarás en guerra!».


Pues me dio vergüenza pedirle al rey soldados y jinetes que nos acompañaran y nos protegieran de los enemigos durante el viaje. Después de todo, ya le habíamos dicho al rey que «la mano protectora de nuestro Dios está sobre todos los que lo adoran, pero su enojo feroz se desata contra quienes lo abandonan».


Da alimento a los que le temen; siempre recuerda su pacto.


Así que el rey Sedequías mandó que no regresaran a Jeremías al calabozo. En cambio, lo encerró en el patio de la guardia del palacio real. El rey también ordenó que cada día se le diera a Jeremías un pan recién horneado mientras hubiera pan en la ciudad. Así que Jeremías fue puesto en la prisión del palacio.


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